«Sagrado y desagrado», de Rubén Martín Giráldez (Malas Tierras)

Un libro extraño y extraordinario donde el tono es la media verdad.


«El tono es la mitad de la verdad». Y en el caso de Sagrado y desagrado de Rubén Martín Giráldez (Malas Tierras) es una verdad completa. Al leerlo entendemos que la literatura que no incursiona en las formas del decir está desaprovechando la mejor oportunidad de todas. En esta obra encontramos un trabajo de reconocimiento de la tradición mediante un juego del lenguaje inaudito y una historia que nos va llevando. El tono es la verdad: una conversación larga donde las máscaras de quienes reproducen la comunicación van cambiando, y nos invita a pensar en las posibles formas de reconocernos, en el texto y en la vida. Un libro magistral que te recomiendo.


Un trabajo de reconocimiento de la tradición mediante un juego del lenguaje inaudito.

«La razón principal es que las mujeres no existen». Riñé y Bocú dialogan. Ella ha perdido la oportunidad de reconocimiento que se había ganado, y él intenta llevarla por el camino desolador de la inexistencia. Las mujeres no existen es una frase que se repite y que nos permite establecer interesantes analogías con nuestro mundo literario. Pero las mujeres, en Rañé, son bravas luchadoras: «No llegamos ni a brujas» dice, pero en la colectividad tenemos voz. «Somos es un verbo sustantivo con coma entre sujeto y predicado, somos». Ya desde el primer momento los pronombres e identidades se asoman al lenguaje y establecen preguntas sobre las formas asentadas invitándonos a mirar un poco más allá. Además de que la lectura es sumamente entretenida, nos ofrece la posibilidad de pensarnos y, al mismo tiempo, de mirar la lengua como una cosa maleable, capaz de ser puesta en entredicho y de romperse con facilidad. La lengua dadora de vida y forma es quizá la gran protagonista de este libro.

En un mundo encorsetado, donde las máscaras interpretan el decir y pensar del otro, atravesamos la rabia de Rañé, su olvidado servicio y reconocemos en su guerra «El olor a boca cerrada inunda el señoriado», y también su rabia. La traición de quien creía su amigo es una daga que se clava en lo más hondo de su ser. Para entenderlo es necesario salirse de sí misma e interpelar al otro desde un lugar distinto. Por eso este libro nos presenta una serie de conversaciones entre dos personas pero donde cada una se vuelve otra. Una invitación a pensar en lo que nos permite la literatura pero también en el potencial que tenemos a nuestra disposición en las máscaras para entender el mundo de los otros.


Las máscaras interpretan el decir y pensar del otro

La escritura de Rubén Martín Giráldez es atrevida en forma y fondo. Trabaja haciendo pie en la tradición, pero reconstruye todo lo formulado por ésta desde una nueva perspectiva. Ya lo hizo en Magistral y Más joven publicados bellísimamente en Jekyll & Jill (editorial de avanzada en lo que respecta a revolución estética y a riesgos editoriales), y ahora nos ofrece el resultado de un trabajo estético deslumbrante, hipnótico. Este libro es una bomba de fábula contra la tradición, sin olvidarse de la tradición. Se me ocurre que podría ser un buen ejemplo de todo lo que el lenguaje es y permite y lo poco que se le toma en cuenta en la literatura de nuestro tiempo. Modernidad en sentido estricto: el lenguaje para romperlo y las ideas para repensarlas.

Es probable que para muchos Rubén sea un escritor hermético, porque generalmente no sabes de qué narices te está hablando hasta que das con esa frase epifánica que le devuelve sentido a todo. Yo considero hermético a aquel que se aleja del lector y en este caso ocurre lo contrario. Parece ver la escritura como un juego, disfrute de gramática y semántica, y te invita a unirte a ese goce fascinante que nos ofrecen las infinitas posibilidades del lenguaje. Aquí hay palabras, rupturas sintácticas y construcciones gramaticales desviadas que conducen a una representación del lenguaje extraordinaria, a veces confusa, siempre estimulante. Es esto lo que vuelve fascinante su escritura. Es ésta la razón por la que siempre estoy queriendo volver a leerle.


Aquí hay palabras, rupturas sintácticas y construcciones gramaticales desviadas que conducen a una representación del lenguaje extraordinaria.

A diferencia de sus libros anteriores, aquí tenemos una mayor experimentación semántica y sonora; el juego de los diálogos, que nos lleva por el tono de la historia a la tradición teatral, es otro de los grandes aciertos, un elemento que empuja la historia hacia delante. Al avanzar en la lectura estamos constantemente sintiendo un aguijón en el pecho, porque nunca hemos pensado o tratado temas como el feminismo, la corrupción y la traición de este modo. Es un libro moderno con todas las características de un clásico.

«Depórtame al siglo XVII si te hace feliz, pero óyeme bien; yo no me voy a morir». A diferencia de otras fábulas de nuestra tradición Sagrado y desagrado termina con algo de luz: no me voy a morir. La guerra que se extiende a través de todo el libro continúa al terminarlo. Rañé ha venido para quedarse, como deseo que lo haga este libro, que nos acompañe durante mucho tiempo.



SAGRADO Y DESAGRADO
RUBÉN MARTÍN GIRÁLDEZ
MALAS TIERRAS
2022

0 Comentarios