«Autocienciaficción para el fin de la especie», de Begoña Méndez (Hurtado & Ortega)

Un lúcido ensayo sobre cuerpos, identidades y escritura.

Reseña de «Cienciaficción para el fin de la especie», de Begoña Méndez (Hurtado & Ortega)
El nuevo ensayo de Begoña Méndez en Hurtado & Ortega

«He perdido mi cuerpo, pero no estoy muerta», escribe Begoña Méndez en Autocienciaficción para el fin de la especie (Hurtado & Ortega), un ensayo extraordinario que indaga sobre los hilos que tejen la identidad, las barreras del lenguaje y las posibilidades del cuerpo para forjarse un mundo propio. Desde una voz disruptiva y plural, Méndez nos invita a pensar en la identidad como una cosa maleable y quebradiza imposible de ser encorsetada en categorías.


Méndez nos invita a pensar en la identidad como una cosa maleable y quebradiza.

Nunca estuvimos tan cerca del fin del mundo como ahora. Y nunca nos fue más ajeno. Algunos libros se presentan como una confirmación de esa soledad en la que vivimos inmersos. Estamos en un mundo que no deseamos, pedimos a gritos un viraje del barco, pero continuamos reafirmándonos en las mismas cosas, remando a ritmo constante hacia el vórtice abismal por el que seremos engullidos. Este libro de Begoña Méndez podría leerse como una invitación a levantar la cabeza del agua y recalibrar nuestra dirección. Es un ensayo excepcional que nos invita a ejercer ese mecanismo que tan mala publicidad tiene en este tiempo: pensar. Y con ella pensamos en el cuerpo, en sus fronteras y también en los yugos que sobre él se cierran, y desde el cuerpo pensamos en nuestra relación con el lenguaje y nuestra relación con el mundo.

Autocienciaficción para el fin de la especie es un libro en armonía con los anteriores publicados por Méndez, Una flor sin pupilas y la mujer de nieve (Sloper) y Heridas abiertas (WunderKammer), y también con el maravilloso libro a cuatro manos que escribió con Nadal Suau, El matrimonio anarquista (H&O Ediciones), sobre los que ya hemos hablado en Bestia Lectora. Y al igual que en estos nos encontramos con un lenguaje que por momentos parece movido por el desconsuelo pero de pronto se vuelve imponente, el grito de una valquiria enfadada, que nos atraviesa hasta la médula. Es un libro que se piensa mientras está pensando, y donde el género ensayístico reivindica su esencia. «¿Qué significa ensayo sino probatura y error?».


Portada de «Timandra», de Theodor Kallifatides (Galaxia Gutenberg)
«Autocienciaficción para el fin de la especie», de Begoña Méndez (Hurtado & Ortega)

Aquí el punto de partida son las identidades. Para entrar de lleno en ellas Méndez interpela a diversas mujeres de la tradición bíblica y literaria para atravesar los temas que le interesan desde una voz colectiva. La libertad, la culpa, la no maternidad y la escritura podrían ser los hilos que componen este fino tejido pensante. Las voces se revuelven contra las ideas de identidad cerrada, contra el binarismo de lo masculino y lo femenino, para decir que todos los cuerpos son válidos, y también que todos los cuerpos están heridos y son oprimidos por el sistema. «Qué identidad no es fisura», leemos.

Somos seres en formación constante, y el lenguaje también se nos ensancha a medida que recordamos y asimilamos el mundo. No soy, somos, dice Begoña Méndez, y contrae en su propia voz la voz de Lilith, de Eva, de Emma Goldman, de tantas mujeres, de tantas «niñas rebeldes que descubren el placer» y se impulsan con las manos para abrazar su deseo. A través de todas ellas Begoña Méndez construye un discurso coral asombroso. «Las mujeres que ahora soy no queremos acatar las leyes que dicta dios». Y nosotras, lectoras, nos rebelamos con ella, contra ese dios que nos han impuesto y que ni en mil vidas habríamos elegido por iniciativa propia. Y con ella renegamos de la obligación de ser sufragistas, no por desmerecer el trabajo de nuestras hermanas mayores sino porque parte de entender nuestra libertad es permitirnos disentir, incluso en aquellas cosas que sabemos que son buenas en el mundo. «Yo he venido a renegar de mi derecho al sufragio y también a recordar una advertencia de Goldman: conquistar el parlamento no es el primer gesto que la mujer necesita para obtener libertad».


La libertad, la culpa, la no maternidad y la escritura podrían ser los hilos que componen este fino tejido pensante.

Estoy pensando que nunca me había encontrado con un pensamiento feminista verdaderamente anárquico, hasta llegar a este libro. Una anarquía que es rebeldía contra los principios de la supervivencia de la especie, que es otra cosa de la que hablamos poco. La propuesta de ser activas combatientes para el fin de la especie es una de las más estimulantes del libro. Amo a Begoña por eso. Es más, lo más hermoso de este libro es la oración contramaternal, la declaración de la nuliparidad como un estado de justicia. «No hay violencia más cruda que traer a este mundo una existencia nueva», escribe Méndez. Desde ese lugar, la invitación anarquista es a conspirar contra la supervivencia de nuestra especie. «Prohijar: conspirar discretamente contra la especie humana», leemos.

Perder el cuerpo y estar viva. Reconstruir la voz a partir del cuerpo. Pero para ello, intenta decirnos Méndez, primero hay que desarticular el cuerpo de todo lo aprendido y también de las normas del mundo; porque sólo desde un lugar de soledad y desprendimiento total seremos capaces de entender quiénes somos. «Haber perdido el cuerpo significa que la carne se ha desvinculado del lenguaje del mundo», leemos. Que nadie se pierda este libro maravilloso, reflexivo y punzante que nos invita a mirar la escritura como un mecanismo real de pensamiento, autoconocimiento y supervivencia.


Portada de «Timandra», de Theodor Kallifatides (Galaxia Gutenberg)

AUTOCIENCIAFICCIÓN PARA EL FIN DE LA ESPECIE
BEGOÑA MÉNDEZ
HURTADO & ORTEGA
2022

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