«Dos sherpas están asomados al abismo». Es todo lo que necesitamos saber. Y es todo lo que sabremos. Porque en Dos sherpas de Sebastián Martínez Daniell (Jekyll & Jill) todo lo que sucede se encuentra contenido en esa imagen, en el abismo sosteniendo la fragilidad de la vida, en la mirada que atraviesa los prejuicios, en los miedos y las ambiciones que por mucho que nos esforcemos nos llevarán a todos al mismo lugar: a ese abismo helado. Estamos ante una novela peculiar que se nos quedará retumbando en el alma mucho tiempo después de haberla leído. Mi entusiasmo por los libros de esta editorial hermosa es genuino; es uno de los pocos sellos que sólo me ha regalado alegrías, y grandes. La narrativa de Jekyll & Jill no se ajusta a las necesidades de la literatura contemporánea, porque apela al descubrimiento de autores que pongan por encima de todo el lenguaje, que quemen las fronteras entre géneros y busquen luz en las imágenes. Y esta novela es un ejemplo de esto que digo; con ella arranca la colección Pool Access y con ella se consolida definitivamente un catálogo monumental.
Una novela peculiar que se nos quedará retumbando en el alma mucho tiempo después de haberla leído
Lo primero que me fascinó de Sebastián Martínez Daniell es su capacidad para construir un texto en el desvío. La deriva es lo único que importa en este libro. Pero no cualquier deriva. Si bien podemos encontrar un desencadenante que provoca el discurrir del lenguaje, el material contundente de la obra no está relacionado con él. Tenemos dos vías de escape, por donde el lenguaje va creciendo y abriéndose: las dos mentes-memoria de los sherpas. Los dos personajes de quienes no conocemos sus nombres y que serán denominados a lo largo de la novela como sherpa joven y sherpa viejo.
Y me quiero detener aquí porque en esta despersonalización de los individuos está la intensidad de la obra. Estoy convencida de que para que una obra sea verdaderamente literaria, es decir que tenga la capacidad de trascender a su tiempo, es importante que los personajes abarquen un espacio más amplio que la obra misma. Y cuando los personajes están demasiado definidos, las posibilidades de abrir en ellos una compuerta para construir sus personalidades (esto que tanto nos gusta a los lectores) es mucho más reducida. En este caso, tenemos ante nosotros dos personajes que pueden convertirse prácticamente en lo que deseemos, y esto los vuelve perfectos. En esta cualidad reside uno de los grandes aciertos de la novela. ¿De qué manera —me preguntaba mientras leía— es posible plantear correctamente esta característica sin caer en el borroneo de los personajes? ¿Cómo construir personajes que no tiendan a absorber la identidad de la narración, que permitan muchas y diversas lecturas? Esta novela nos enseña el cómo. Porque Sebastián Martínez Daniell otorga a los sherpas rasgos característicos pero difumina sus perfiles al negarles un nombre. De este modo, los personajes nos interpelan y nos invitan a vivir a través de ellos, a mirar con sus propios ojos al turista que ha caído al abismo. Y en esa trasnferencia se produce la magia de la literatura: somos nosotros los que habitamos y trascendemos las páginas.
Reseña de «Dos sherpas», de Sebastián Martínez Daniell (Jekyll & Jill) |
Tendemos a pensar que para que una novela exista tienen que pasar cosas. Hasta que leemos a autores como Chejfec que le devuelven el alma al lenguaje, y nos descubren la maravilla de la buena narrativa. El lenguaje abriéndose camino como si con él bastara. En un mundo donde cada vez se abraza más la narrativa de los hechos, tan cerca del cine de acción, se agradece encontrar autores nuevos que reivindiquen el lenguaje por sí mismo. Como lo hacen en el cine directores como Lisandro Alonso. Atreverse con una obra donde no haya sucesos contundentes es meterse en un berenjenal, y asegurarse menos lectores de entrada. Pero también es renovar las esperanzas en un montón de lectores que ansiamos la vuelta del protagonismo al lenguaje. Y todo empieza con una pregunta: «¿Por qué la montaña? ¿Por qué no la serranía o el pantanal?». ¿No les parece fascinante?
En Dos sherpas no sucede nada, porque lo que da movimiento al texto es la memoria de los personajes. Todos los hechos se encuentran en el pasado. Lo que fluye es el monólogo interior del sherpa joven y las memorias del sherpa viejo, que tampoco es un sherpa sino un extranjero que ansía sentirse en casa, como intentamos todos los extranjeros, y que no lo consigue, y que carga sobre sus hombros todas las dudas del presente. La ambigüedad de este segundo personaje me ha parecido una verdadera maravilla. Este hombre que acaba de perder a un turista a quien guiaba por el Himalaya, como ha perdido, y lo iremos descubriendo en la lectura, a otras personas importantes, por una actitud dubitativa frente al mundo, por cierta sensación de desidia frente a las relaciones. Y a través de él conocemos a otro personaje que no está pero que se come el texto. «Se llama Coneja. Está llorando». Y es ella otro personaje difuso pero con carácter que nos revelará más del sherpa viejo que de ella misma.
Lo que da movimiento al texto es la memoria de los personajes
En el desvío está novela hace su metamorfosis y se acerca al ensayo, a la poesía y a los géneros breves y teatrales. Entre todas sus líneas me han interesado las conexiones del sherpa joven con la obra Julio César de Shakespeare, para la que se prepara e interpretará en el colegio. El fluir de su conciencia y la frontera entre vida y obra que se borran, es una maravilla. Y también son maravillosos los capítulos que recogen la historia de los sherpas. «En el destierro se transforman en parias: refugiados que encuentran su exilio en las montañas», leemos. Y luego encontramos un repaso de la historia de los ascensos, protagonizada por personajes como Lady Houston, Heinrich Himmler o John Hunt, entre muchos otros que marcaron hitos imposibles sobreponiéndose a la ferocidad de la naturaleza, y además una reflexión sobre los mecanismos que han utilizado los países occidentales para aumentar el radio de alcance de su poder, para expandir sus territorios en el suelo yermo de las alturas y reafirmar así su dominio sobre otras naciones. En ese sentido es una novela que también podría leerse como un ensayo breve sobre la naturaleza humana y sobre la conquista de las alturas en la historia de la humanidad.
Pero hay otra cosa. Es una novela sobre el silencio. El silencio está presente en la relación de estos sherpas, que hablan poco, que piensan mucho. Y que, en un momento en el que deben tomar una decisión importante se mantienen callados. Hasta que uno dice: "Ellos..." Y eso es todo. «Y así rompe el silencio. si es que puede llamarse silencio al ruido ensordecedor del viento pasando a través de los filos del Himalaya». El silencio expande el lenguaje. Leemos y el viento frío se nos mete en el cerebro. Somos sherpas dubitativos en una cornisa natural. La manera en la que se halla tratado el silencio me parece sublime. Y esto es algo que entronca con otro de los hilos más interesantes del libro: la reflexión sobre el presente.
A lo largo de la lectura encontramos preguntas en torno a nuestros estilos de vida, tan alejados de la naturaleza y de lo que la montaña quiere decirnos, nosotros, tan necesitados de halagos e insensibles al silencio interior donde podrían estar todas las respuestas que nos hacen falta. Leemos: «Concentrarse en lo inmediato, sí». Creo que ahí radica la propuesta principal de esta novela. Porque en lo inmediato, donde no ocurre nada, acontece el lenguaje. Que nadie se pierda esta novela brutal que inicia una nueva colección en una de las más prodigiosas editoriales de España.
Reseña de «Dos sherpas», de Sebastián Martínez Daniell (Jekyll & Jill) |
DOS SHERPAS
SEBASTIÁN MARTÍNEZ DANIELL
JEKYLL & JILL
2022
SEBASTIÁN MARTÍNEZ DANIELL
JEKYLL & JILL
2022
0 Comentarios