«El cuento empieza cuando algo extraño sucede». Samanta Schweblin en Casa de América

Conversación en Casa América con Samanta Schweblin

Encuentro en Casa de América de Madrid con Samanta Schweblin
Rodríguez Marcos, Schweblin, Ojeda Vila y Casamayor
FOTO: Casa de América

Esta tarde tuvo lugar en la sede de Madrid de Casa América un encuentro entre la autora Samanta Schweblin y sus lectores. El acto fue presentado por Enrique Ojeda Vila, director general de la Casa de América, y contó con la participación de Juan Casamayor, editor de Páginas de Espuma, y de Javier Rodríguez Marcos, coordinador de la información literaria de Babelia, el suplemento cultural del Diario El País. Un encuentro verdaderamente entusiasta en torno al cuento y a la obra de esta fabulosa autora.

Samanta Schweblin nació en Buenos Aires en 1978. Su entrada en escena en el mundo de la literatura fue a través de su libro El núcleo del disturbio que ganó en 2001 en Premio Fondo Nacional de las Artes. Con su segundo libro, también un conjunto de cuentos, Pájaros en la boca, ganó el Premio Casa de las Américas, en el año 2008. Desde entonces su prestigio ha ido en ascenso. Ha aparecido en la revista británica Granta como una de las mejores escritoras en español menores de 35 años. En 2015 obtuvo el premio de Narrativa Breve Ribera del Duero con su maravilloso libro Siete casas vacías (Páginas de Espuma). Este libro le aseguraría otros muchos premios de carácter internacional, entre los que se incluye el Premio Nacional del Libro y el National Book Award.

El director de Casa de América, Enrique Ojeda Vila, comienza agradeciendo a las más de trescientas personas que se han reunido en esta sala para «escuchar a esta fantástica escritora». Este 2023 se celebran los treinta años de esta institución fundamental para establecer un vínculo cultural entre Latinoamérica y España. «La literatura es una de las señas de identidad de casa de América» y este encuentro se une a otros que se celebrarán a lo largo del año en torno a esta disciplina. Este acto es muy especial porque la autora ya ha estado en varias ocasiones en ella, hablando de libros y literatura. «Samanta Schweblin forma parte de una nueva generación de cuentistas, novelistas y ensayistas que están cambiando el rumbo de nuestras letras», expresa Ojeda Vila.

Juan Casamayor, editor de Páginas de Espuma, agradece la profesionalidad y la complicidad de Casa de América para hacer posible este acto. Comparte con los asistentes una experiencia personal que tiene que ver con el descubrimiento de la literatura de Samanta, pero también con los lugares que sin querer los conectaron. Durante años acudió a la Feria del Libro de Buenos Aires y se quedó en el mismo hotel; un día descubrió que en esa misma calle coincidieron en el espacio aunque no en el tiempo tres figuras fundamentales de la editorial: Clara Obligado, Samanta Schweblin y Andrés Neuman. Una hermosa presentación para esta autora brillante.


Encuentro en Casa de América de Madrid con Samanta Schweblin
Juan Casamayor, editor de Páginas de Espuma
FOTO: Casa de América

Javier Rodríguez Marcos, coordinador de la información literaria de Babelia, el suplemento cultural del Diario El País, es el presentador que conversará a lo largo del evento con la autora. Ha desempeñado un trabajo fantástico, con preguntas directas que han permitido que Schweblin se explayara en torno a su proceso de escritura y su relación con el lenguaje. En primer lugar le pregunta por la noticia de ver a sus Siete casas vacías enarbolando el National Book Award. Samanta Schweblin tiene una gran facilidad para romper el hielo, y lo hace contando una anécdota graciosa del día de la entrega del premio. Pero luego habla con esperanza del porvenir del cuento. Teniendo en cuenta que el suyo fue el primer libro de cuentos traducido que recibió este galardón es una victoria para todos. «Fue muy importante no sólo para las casas vacías» sino porque además abre muchas puertas, porque ahora el cuento importa. «No fue un premio sólo para mí».


Encuentro en Casa de América de Madrid con Samanta Schweblin
Javier Rodríguez Marcos, coordinador en Babelia
FOTO: Casa de América

A lo largo de la conversación, Schweblin comparte detalles de su manera de relacionarse con la escritura y en particular con el género. Dice que cuando escribe no piensa en un género. «Hay algo que a mí me lleva al terreno del cuento» pero en realidad lo que piensa es que tiene una historia y que al ejecutarla se inclina por un determinado formato. De alguna manera «A veces los cuentos salen mal y se pueden publicar como novela».

Samanta Schweblin no sólo ha aprendido en varios talleres de escritura sino que además brinda talleres, un oficio que dice que le apasiona. «Se puede y no se puede aprender a escribir», porque es importante desprenderse de esa idea del «escritor como ese ser genio, que ya nace genio y que nada debe influenciarlo». Pero también se puede aprender mirando a los otros y acudir a un taller a ella le permitió conocer a un escritor, ver su escritorio, y fue algo que le cambió muchísimo. «Al final lo más difícil de aprender es aprender a leer lo que está diciendo tu texto realmente y no lo que vos creés que está diciendo». Dice Schweblin que enseñar le ha servido para aprender y mejorar muchas cosas, principalmente porque «el tener que teorizar y dar ejemplos» la obliga a que «lo que para mí antes era intuición ahora sean herramientas reales». Además, el hecho de tener que «organizar teóricamente un montón de pensamientos que tengo alrededor de la escritura» le sirve para entender mejor su propio trabajo.

Sin embargo, el gran aprendizaje de su vida vino del taller de grabado de su abuelo, al que se asomaba cuando era niña. Ver a ese grupo de adultos que cada sábado parecían estar haciendo algo tan tan serio, observar su nivel de compromiso con el arte, fue quizá a nivel emocional el verdadero aprendizaje que le ha servido para la escritura. Cuenta que su abuelo le leía en voz alta a Gabriela Mistral y a Alfonsina Storni y que aunque ella no entendía mucho el verlo a él tan conmocionado sentía «No sé lo que es pero es esto lo que quiero», como si su pasión despertara en ella el deseo de que le pasara lo mismo.

Schweblin no sólo estudio cine, sino que ha trabajado en la adaptación de su obra Distancia de rescate junto a la directora Claudia Llosa. Se enfada cuando le dicen que el cine es más visual que la literatura. Porque está convencida de que la literatura por sí misma «tiene un poder de conexión con sus palabras que apela a la imaginación del lector de una forma concreta». El mismo rechazo le producen etiquetas como realismo, porque «No hay nada más ficcional que el género de lo realista» porque lo cierto es que «el cuento empieza cuando algo extraño sucede». En ese lugar en el que se quiebra la realidad por un hecho extraordinario empieza el cuento. «Todo lo interesante sucede por fuera de esos espacios; no sólo en el mundo literario», dice.


Encuentro en Casa de América de Madrid con Samanta Schweblin
Samanta Schweblin, autora de «Siete casas vacías» (Páginas de Espuma)
FOTO: Casa de América

En la mirada de Schweblin parece que la gran condición para que suceda lo literario es la flexibilidad, por eso las casas le causan cierto desconcierto, porque hay algo absolutamente rígido en ellas y en la relación que establecemos con ellas. Javier Rodríguez Marcos señala que las casas son muy importantes en el libro Siete casas vacías. Schweblin dice que es verdad que en todos los cuentos hay casas que se pierden, cajas vacías, ropa tirada, gente mudándose... personajes que «tienen que salir de esas casas para encontrar su propia flexibilidad», y que esto se debe a que fue un libro que escribió hacia atrás, con una gran nostalgia de Buenos Aires cuando llevaba un año viviendo en Berlín. Al mirarlo en perspectiva entiende que ella también estaba un poco en esa tesitura de los personajes.

En su libro Kentukis el tono es bien distinto, señala Javier Rodríguez Marcos, y por momentos da la sensación de que la autora se lo está pasando verdaderamente bien al escribirlo. Ha dado en la diana de uno de los problemas que tuvo Schweblin en su escritura; algo que detesta es sentir que «el escritor la está pasando mejor que yo», dice, y cuando se dio cuenta de que le estaba pasando eso y que el libro fluía con demasiada facilidad, tuvo que frenar. En verdad el dispositivo le pareció tan interesante y con tanto potencial para contar historias distintas que lo escribió con muchísima fluidez, pero en determinado momento se vio en la obligación de revisarlo obsesivamente, eliminando muchísimas páginas. Lo que le interesaba con ese libro era abordar el problema de la tecnología en la escritura. «Vivimos en un mundo hipertecnologizado y asimilamos la tecnología de forma natural pero no somos capaces de llevarla al papel». Le interesaba, entonces, pensar en los problemas contemporáneos de la tecnología, para entender «qué nos pasa con el otro a través de esa tecnología». El libro sucede en muchas ciudades del mundo, lo que le permitió evadir un problema que estaba afrontando, «tenía una crisis con el lenguaje». Aunque su mundo sigue siendo Buenos Aires y cuando pone las manos en el teclado está parada en Buenos Aires o en el campo, sus personajes hablan y suenan raros. Su crisis está relacionada con la necesidad de responder a la pregunta «¿Qué sería más natural forzar un porteño que ya no tengo o usar mi español manchado con las lenguas de los lugares donde he vivido?» Sobre este tema ha vuelto varias veces a lo largo de la tarde y, sin lugar a dudas, es una inquietud compartida por quienes habitan otros idiomas pero mantienen el lazo de creatividad con su lengua de origen.

No podía faltar la pregunta sobre el Nuevo Boom Latinoamericano, esa etiqueta absurda con la que la crítica intenta unificar las voces de las escritoras latinoamericanas. «El Boom está maldito, porque realmente no existe», dice Samanta. Y agrega que la tendencia de la literatura latinoamericana de trabajar con el terror o con lo extraño es algo general, no exclusivo de las mujeres. «Hoy por hoy está representado por las mujeres porque están teniendo más visibilidad, pero pienso que es algo más latinoamericano, y muy distinto al realismo mágico». Lo importante en torno a todo esto es que ahora hay más posibilidades y visibilidad, lo que está permitiendo que se cuenten cosas que antes no se contaban. «Me cuesta mucho hablar porque me siento parte de esto y no sé quién soy yo para leer lo que está pasando».

Samanta Scheweblin es una autora sorprendente porque combina en su obra la expresión de una gran creatividad y el uso de un lenguaje ajustado, redondo, perfecto, expresivo. Además, Samanta tiene una gran capacidad de comunicación, y escucharla hablar sobre el oficio, sobre las exigencias del cuento y el lenguaje, ha sido un verdadero gusto.


Encuentro en Casa de América de Madrid con Samanta Schweblin
FOTO: Casa de América

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