«El desamparo del tabú en flor» de José Siles en «Nuevos Libros»

El desamparo del tabú en flor. Apuntes del autor, José Siles, a través de sus insignes hermeneutas en «Nuevos Libros».

José Siles en nuestro ciclo «Nuevos Libros»

Por José Siles

En primer lugar, quiero enviar un saludo a toda la comunidad integrante de La Bestia Lectora (lectores, colaboradores, equipo editorial), por permitirme comentar algunos aspectos de mi último poemario El desamparo del tabú en flor.

Hablar de mi poemario me resultaba difícil, porque interpretarse a uno mismo supone todo un reto tan complejo como llegar al autoconocimiento limpio de polvo y paja; esto es, liberado de las influencias que me han sostenido durante mi marcha vital y literaria. Para mí, la poesía es una forma de liberación que me ayuda a despojarme -al menos literariamente- de parte de lo circunstancial y accesorio que dificulta mi visión de la realidad…sobre todo de mi realidad. Pero estar influido es tan natural que, como esa compresa tan estupenda que anuncian en la tele, no se nota y a veces ni se siente debido a la naturaleza misma de la subjetividad. La subjetividad me inspira, me motiva y me hace sentir lo que siento impulsándome a escribir, si no, que se lo pregunten a la divina reina del pueblo televisivo: «yo por mi hija mato», pero tampoco hay nada más erróneo que pensar que la subjetividad es algo puro que responde exclusivamente a la libertad de cada persona (en sus formas de pensar, sentir y actuar). El desamparo del tabú en flor, como mis anteriores poemarios, nace de mis sentimientos, de mi subjetividad, pero paradójicamente, todo su sentido, su razón de ser, se debe a la necesidad de traspasar esos límites invisibles que han ido moldeando mi subjetividad, eso que nos impide ser ecuánimes y que casi todos pensamos que es tributo inexcusable de nuestra «irrepetible» individualidad, el nido más interior de la intimidad donde se malcrían los sentimientos, esos vulnerables polluelos que nos comerán los higadillos cuando les salgan las plumas y emprendan el vuelo.

Sin embargo, a pesar de esa función drenante de la poesía que ayuda a desembalsar tensiones estéticas y ansiedades de toda calaña, tampoco hay nada que provoque un dolor más punzante que la escritura… A fin de cuentas se trata del parto de un autor que necesita dar salida a su criatura plasmándola en el inmaculado e inocente folio. A eso me refiero en El silencioso dolor del folio: «El poeta siempre cumpliendo su penitencia/ trasegando la pena desde el alma/ al garabatear esas palabras que tanto duelen al papel/ cuando el sentimiento encarnado en tinta/se derrama violando la pureza resplandeciente/ e inmaculada del folio más inexperto» (Siles, 2022, 79)

Pero entiendo que la subjetividad no es pura como el folio, sino la deudora insolvente de un entono cultural desde el que han diluviado creencias, valores, ideologías, tendencias, estéticas y, en fin, toda una serie de elementos socializadores que me han ido moldeando sin que yo tomara demasiada conciencia de dicho proceso. Cuando digo insolvente, no quiero aludir a ningún tipo de pobreza o indigencia, sino a la imposibilidad de crear por mí mismo si me despoja de los tesoros, venenos, odios, amores… TÓTEMS, TABÚES, etcétera; acumulados, además de por las lecturas y el arte, por ser capaz de vivir con otras personas en un marco, más o menos pacífico, en una especie de moldura que nos rige. Quizás este es el punto de partida de El desamparo del tabú en flor: Encender un candil para mitigar la penumbra existencial y entender un poco mejor ese proceso del que apenas somos conscientes: el acatamiento de las normas, las prohibiciones y lo canónico con el fin de que nos acepten en la tribu que desde nuestra llegada al mundo nos denominó (nos puso nombre), nos calificó (regalándonos un epíteto que hacía más sencilla nuestra identificación) y nos jerarquizó (nos catalogó dentro de la escala social y cultural confiriéndonos un valor determinado). Sí, somos tribu y formamos parte de esa tropa de bípedos más o menos organizados con los que convivimos, y en la que transcurre el viaje efímero y arrebatadoramente incierto que es la existencia.


Para mí, la poesía es una forma de liberación


La opinión de algunos lectores


En definitiva, ante el vértigo que me produce el salto sin red desde la cómoda posición de autor al abismo situacional del lector y exégeta de mis propios poemas, he optado por una cómoda y facilona solución: hablar de mis poemas a través de algunas de los lectores que han tenido la fatalidad de, por los motivos que fueran, tener que enfrentarse cara a cara con El desamparo del tabú en flor.

La primera descripción de las características del poemario la aporta la propia editorial que se ha hecho cargo de su edición y que en su contraportada sostiene que:

«Este poemario surge de la necesidad de reflexionar sobre los sentimientos generados por una contradicción esencial en la evolución del ser humano: por un lado, el deseo auspiciado por pulsiones como la ambición, el sexo, el poder, la fama, el dinero y, en definitiva, la colección de anhelos radicales que suscitan la motivación total, el ego desatado; y, por otra, la necesidad de convivencia más o menos pacífica y reglada en el contexto que todavía hoy se podría seguir denominando civilización. Desde una poesía desnuda de dogma y donde florece un humor mordaz, Siles hace brotar poemas cargados de esas paradojas sobre las que se ha erigido la vida del ser humano desde ámbitos muy distintos: filosófico (Hegel, que analiza el deseo desde su dialéctica del amo y el esclavo donde la pulsión es la única forma de liberar la conciencia para que se pasee por el mundo; Nietzsche y su idea del hombre en estado puro que se deja atraer por todo lo dionisíaco, pulverizando cualquier intento restrictivo); antropológico (el respeto por todos los tótems y tabúes, profesado por los relativistas simplemente por su condición cultural); psicoanalítico (Freud constata en El Malestar de la Cultura los efectos patológicos derivados de las normas restrictivas y las prohibiciones representadas en los tabúes más represivos: enfermedad, inacción, neurosis, etc.). En El desamparo del tabú en flor, Siles navega en el navío de la Memoria, tripulado por la Incertidumbre a través de un mar de claroscuros líricos, donde los matices son los auténticos protagonistas que alumbran sentimientos abiertos tanto a la aceptación de ciertos tabúes ya clásicos (canibalismo, incesto o asesinato), como a la transgresión voluntaria, sosegada y sin aspavientos de otros más en flor (tabaco, alcohol o jamón)». (Verbum, 2022)

Además de este jalón editorial, he tirado de las interpretaciones recurrentes de los pocos pero insignes hermeneutas que me han iluminado con sus exégesis mostrándome el significado de los poemas estresando sus meninges para entender al autor desde su propia perspectiva (cosa difícil y que casi siempre acaba contaminándose y enriqueciéndose con la mirada del lector). Me refiero a maeses de la vida y la literatura como: André Cruchaga, Joaquín Juan Penalva, Francisco Herrera o Javier Gómez. Estos hermeneutas también, por supuesto, han aportado sus interpretaciones con materiales de su propia cosecha enriqueciendo la obra del autor con eiségesis en las que El desamparo del tabú en flor se ha transformado, al menos en parte, en el poemario de cada uno de ellos, mutando hasta el punto de convertirse en una obra reflectante en la que han visto reflejadas sus imágenes a su manera, es decir, un poemario distinto según se han ido incorporando las contribuciones de sus eminentes lectores.

Joaquín Juan Penalva, poeta, filólogo y profesor de la Universidad Miguel Hernández aporta una visión sintética del autor antes de empezar a desbrozar el poemario.

«En su último libro, de título deslumbrante, José Siles reúne una buena muestra de su poesía, ya que se trata de una colección de ochenta y tres poemas (exactamente el mismo número de composiciones que contenía La estructura del aire y otros poemas invertebrados), donde se alternan las composiciones breves con otras más largas, como Hijos de la bestia redimidos por su hermana ‘artista’, Felina en maxifalda a la luna de Cavite, La ley seca y el tabú desde un parque en domingo (o vindicación de la transgresión del tabú) o Soñando casas deshabitadas, por citar solo algunas (…) El desamparo del tabú en flor, viene a integrarse muy bien dentro de la totalidad de la obra del autor. En realidad, toda su vertiente literaria, ya sea en prosa o en verso, se articula en torno a unas líneas maestras que son las que rigen, de alguna manera, su vida. Hay en sus libros una manera de ver el mundo, de afrontar la vida, de entender las cosas, de abordar las paradojas de la existencia contemporánea y, por qué no decirlo, de reírse del mundo contemporáneo, abocado, muchas veces, al más absoluto de los absurdos (…) José Siles es un autor único, muy particular, que no resulta intercambiable con otros de nuestro tiempo. Sus relatos, por ejemplo, presentan a personajes extremos que se enfrentan a un universo en pleno desmoronamiento, caricatura de un mundo que nunca llegó a serlo del todo. En este sentido, la narrativa de Siles es tan libre y personal como lo es su poesía». (Juan Penalva, 2022, 304)

El poeta salvadoreño André Cruchaga sostiene que gran parte de mi poemario está atravesado por la huella de situaciones saturadas de nostalgia, una añoranza inspirada en ausencias y bellas cicatrices que se retroalimentan de tiempos y contextos que no dejan de estar nunca presentes, y que se preparan para proyectarse en el futuro: todo llegará, en algún momento, a ser ausencia.

«El desamparo del tabú en flor, un texto en su conjunto que a primera vista me conduce a todo un aserto porque nos remite de inmediato, adentrarnos en ese mundo de un cuaderno de huellas, versión de sombras y música, seguro de espejos al filo de las sombras. Pues bien, la atmósfera del libro es esa fragancia memoriosa y fundacional de un lugar labrado con tenacidad, pero que al paso del tiempo, su plenitud luminosa, se torna: de viejos invocando/… sus presencias ausentes. El libro también es esa metáfora de la casa como lugar destinado a las distopías y utopías. Pasado y presente se entrecruzan a través de la evocación como una estancia del ser que ha vivido y que vive en virtud de la remembranza, un espacio sagrado donde está el poeta. Y ello, además, me hace pensar (tomando en cuenta las respectivas distancias), en La casa encendida de Luis Rosales (…) » (Cruchaga, 2022, 11)

Pero el mismo Cruchaga nos avisa de que la nostalgia no está desprovista de regocijo, de alegría por lo vivido aún en su aparente ausencia:

«El in media res del poemario, el brillo del Paraíso que alguna vez fue, y que no es curable el retorno a él, al menos en términos de evocación. Pero el poeta lo da por hecho, algo imborrable y atesorado, como una sombra que se acerca, purificada: Regocijo, —expresa el poeta— que permanecerá por siempre/ en la memoria azulando/ esas fábulas que refieren/ al final de la historia/… el sentido de la vida. Por tanto, la vida no enmudece en la piedra caliza de los estertores, ni en el roce de esas líneas del horizonte que el sujeto traza en las instantáneas estriadas de este mundo, acaso, como Hijos de una realidad inacabada, tal cual uno de sus poemas (…) En el transcurso de la vida, el poeta José Siles, ha aprendido no solo el poniente de los jazmines, sino que su vasta experiencia poética y de vida le dice que es necesario en la vida, aprender su oscuro lenguaje, del que nos hablaba Pushkin en Versos escritos de noche durante el insomnio. O bien, como lo entendía don Carlos Bousoño (1980:34): (…)el hombre lo único que puede hacer es aspirar, sin pausa, bien que inútilmente, a esa huidiza plenitud anhelada, sea en cuanto hombre que vive y expresa esa vida suya ansiosa de metas inaccesibles, sea en cuanto poeta que escribe un poema, cuya perfección igualmente se le escapa (…) Porque la vida es a fin de cuentas una fogata alígera. Y lo que hoy es, mañana puede no serlo» (Cruchaga, 2022:9-12)

La temática del tótem y el tabú también le recuerda a Cruchaga algo tan básico, esencial y universal como el inconsciente… el inconsciente colectivo que nos une a todos en una ausencia compartida: la luz que mora en nuestro lado más oscuro, aquel rincón en el que se cría la ignorancia de nuestra verdad más oculta… allá donde habitan los tótems y los tabúes.

«En la estructura de la psique, hay un inconsciente personal donde se conserva y agita todo lo que la conciencia quiere reprimir y silenciar, y un inconsciente colectivo, que contiene la memoria biológica de la especie. El inconsciente es idéntico en todos los hombres y constituye un substrato psíquico común, de naturaleza suprapersonal». (Cruchaga, 2022: 13).

Y el mismo poeta salvadoreño afirma que El desamparo del tabú en flor es poesía confesional porque el autor se sincera consigo mismo para confesarse sus miedos, pasiones, recelos e incertidumbres Lo confesional como ritual modélico para indagar acerca de la verdad de nosotros mismos, la verdad oculta de la existencia, de las cosas y del universo:

«Es Michel Foucault, en mi opinión el más creíble pensador en esta materia: entiende la confesión como algo más que el acto de redención religiosa, más bien como nuestro ritual preferido para la producción de la verdad. La confesión es la técnica empleada en las relaciones familiares, en la justicia y la medicina, en la psicología, en la educación y también en las artes. Vivimos en un sistema que ha convertido al hombre en un animal confesional en el que el conocimiento se transmite siguiendo los esquemas y patrones de técnicas que se basan y dependen de la confesión. La verdad si no dolorosa, sí puede fatigar, así lo expreso en: Tanta infinitud … cansa: Cuando se desmorona el aire/se respira una decadencia sin aliento que acentúa la vaguedad de un universo / tan fútil e ingrávido/tan inmensamente vacío / tan puro e invertebrado... / advenimiento mustio del hastío. / Cuando se descubren nuevos límites / se suda la impotencia del anima / que estrecha el acorralamiento de la vida / hasta una reclusión sin salida / hasta una custodia exótica / hasta la celebración de un destierro... / libertad evacuada» (Cruchaga, 2022: 14)

Poesía como arma contra la vaguedad, la pereza, el desánimo o los límites del ser Pero la poesía no sólo es una cuna donde mecer la nostalgia o practicar el sacramento de la confesión existencial. Para el poeta venezolano Alberto Hernández, la poesía es un estruendoso torrente que puede acabar inundándolo todo, abarcando ese todo un universo sin límites capaz de atravesar cualquier frontera temporal, situacional o existencial y resulta extremadamente útil para construir mitos que fundamenten nuevos tótems y pulverizando tabúes caducos sobre los que erigir nuevas prohibiciones; es decir, un arma contra la vaguedad, la pereza o el desánimo. También una forma de vapulear la conformidad de una masa sumida en la inercia de una sociedad atascada en sus propias contradicciones, e incapaz de asimilar el impacto deshumanizador de las nuevas tecnologías.

«La poesía rompe los límites. Se sacude el polvo y alcanza a decir lo que guarda el tiempo con celosa y porfiada perseverancia. La poesía no se detiene en un solo tema, vaga, viaja, resuelve sus propios asuntos, rompe con los esquemas. Se vale de su libertad para decir a todo grito e, inclusive, en silencio, lo que guarda su espíritu. La escritura de la poesía embarga un gran desafío: dejar de ser para ser. Hacer para hacer o borrar. Su sino está ubicado en un lugar desprovisto de fronteras (…) La escritura de la poesía embarga un gran desafío: dejar de ser para ser. Hacer para hacer o borrar. Su sino está ubicado en un lugar desprovisto de fronteras. Ella, personaje prolífico, consiente en el poeta la responsabilidad de ser su ejecutante, el tentador, el que desde la densidad de su sospecha puede construir o destruir las imágenes que de algún clima provienen. La intemperie de la poesía está, entonces, en la emergencia que ella suscita al ser leída. O en el reposo de cada palabra que la constituye» (Hernández, 2022)

En esta misma línea, Alberto Hernández nos habla de El desamparo del Tabú en flor como un modelo que contiene las señas de identidad de una poesía transpersonal, pues el autor es, simultáneamente, diferentes yoes sin dejar de ser el mismo autor (superando con sus versos el misterio de la Santísima Trinidad). En el poema se refleja la necesidad de superar los límites existenciales, dejar a tras la impotencia que provoca la impropiedad de la vida (en expresión heideggeriana) y transformar la existencia en ser poético de magnitud indefinible e inabarcable.

«Una gran metáfora se hace presente: toda poesía es inabarcable. De allí que no tenga límites. Y en este libro de José Siles se siente la magnitud de su poética: se desplaza a través de muchos personajes (la poesía también personifica o se personifica), cosas, presencias, paisajes, lo que hace que su creación rompa con él mismo como tradición. Es decir, el autor se mimetiza en cada poema. Es él para él hacia el lector que se transfigura en ese él inabarcable. En extremo esa confianza, ese tuteo e insulto dirigido a la muerte, confirma el aserto de que la poesía siempre cruza la línea. Su irremediable disidencia abre la puerta, la que se encuentra con los cambios. Sólo la poesía puede hablar así, como ese poema de José Siles. Es decir, rompe con un antiguo tabú en su poema Paradoja, Siles deja ver esa disidencia: «La muerte / esa fulana maldita / con fama de puta, / es la asalariada / peor retribuida / por la vida, / causa y fin / de su existencia / y su principal explotadora».

En otro poema «Soñando navegar montañas y escalar mares», Siles vuelve a transgredir los tabúes y límites de lo normativo…incluso de las leyes de la física como la gravedad o las propiedades de la materia: «Meter el pan en un cesto de mimbre / y envolver un cuarto y mitad de cordillera andina / en papel de estraza… marrón. / Navegar por el mar de mimbre / y escalar el pico menos empapelado de los Andes / sin salir del sueño… del todo».

Dejamos para el final, tal vez lo más importante del poema: el humor trascendente y amor a la vida. Todo el poemario está envuelto en un halo de humor ácido que deja entrever la vena sarcástica del autor. Joaquín Juan Penalva se hace eco de esta bruma irónica que transforma la crítica en una caricia casi corrosiva, que revaloriza la desnudez de la imprecación dejándonos, tras su lectura, el esbozo de una tenue sonrisa.

«En los últimos poemas del libro, José Siles regresa una vez más al tópico horaciano del carpe diem en un poema tan hermoso como «Disparate» : «Quién no ha deseado alguna vez / hacer el pino con la nariz, / comerse la vida ¡qué estupidez! / antes que el tiempo se beba el cáliz / apurando instantes con insaciable avidez»; pero, sin duda, me quedo con estos versos del último poema del libro, «Soñando casas deshabitadas», en los que la memoria regresa una y otra vez a Veracruz: «Nada más volver al vestíbulo se escuchan / las amenazas que Gary Cooper lanza sobre Burt Lancaster / desde un salón donde yace arrumbada / una telefunken veintitrés pulgadas / que sigue emitiendo Veracruz de Robert Aldrich / ininterrumpidamente desde hace seis décadas / tres meses y catorce días, con sus respectivas noches. / Más de sesenta años ha pasado en penumbra el salón / sin que el insolente moreno de Sara Montiel se resienta / de ese viaje por la palidez de un tiempo que ha perdido / los papeles. Vale» (Juan Penalva, 2022, 306)


José Siles es un autor único, muy particular, que no resulta intercambiable con otros de nuestro tiempo

El médico, humanista, escritor y profesor retirado de Historia de la enfermería y la medicina de la Universidad de Cádiz, Francisco Herrera, desde su conocimiento profundo del autor, también advierte el carácter humorístico y hasta cierto punto irreverente del poemario:

«El desamparo del tabú en flor, sospecho que lo escribieron en los confines de Cabo de Hornos y en Cabo de Palos, algunos poemas seguro que surgieron cuando estaban acodados en la barra del Bar Lunar, en una mesa contigua a la que ocupaban Catulo, Tertuliano, Bukowski y Pepe El Escosío. Pensar en esto me tranquilizó, ya que el libro que tenía entre mis manos era un tratado de antropología proustiana, en el que se hace apología de los vapores del cocido y del hueso de jamón; pronto comprobé, pues, que el libro tenía algo de antropología lírica, algo de tótem y de tabú, y de las consabidas prohibiciones para ser civilizados; por ejemplo: «El tabú es el arte de hornear hordas / a un fuego lento y purificador, / que, frenando instintos primitivos, / transustancia lo salvaje en algo distinto / parecido a eso que eruditos sin / domesticar… del todo, / denominan… civilización».

Insiste Francisco Herrera Rodríguez en resaltar el humor que desprenden los versos de Siles:

«Incluso presentan los deslices de tótem; sobre todo en lo referido al culto de la tecnología del body, que contiene guasa sobre las liposucciones de la sobrina de Madonna o sobre las nalgas de Messi o la verga de Sansón. Mitología también encontramos en este libro, y no es que Persiles sea un poeta que cultiva los excesos del culturalismo en los poemas; aparecen, sí, Afrodita, Edipo, Eolo, Cronos, Caronte, pero siempre con un sentido que llena de vida el poema, no como esos poetas que lastran los versos de decadencia y de aburrimiento, aquí no»(Herrera Rodríguez, 2023)

El humor se refleja también en la reinterpretación que el autor hace de la causa de la guerra de Troya en su poema «La erección de Agamenón»:

«El buen rey de Micenas / sensato muñidor de sacrificios, / en provecho del bien común / como el de su querida hija Ifigenia. / Esa ejecución que jamás olvidaría Clitemnestra, / mujer enfrascada en el arte de la fornicación: / ¡Bien lo sabía Egisto! / Y que la transformaría en madre justiciera, / asesinando a su marido por venganza / siendo ultimada en desagravio por sus hijos, / esa prole asimilada al tenso papel justiciero / en un cruce de frenéticos resarcimientos / y represalias de compensación fugaz. / Agamenón no pudo sortear al destino, / fue víctima de inclementes maldiciones / lanzadas por dioses mayores, menores y mediopensionistas. / Agamenón vivió para bien y mal / esa época donde los caprichos divinos se acumulaban / atascando las calzadas del Olimpo. / Tal vez fruto de un anatema divino / y no siendo dueño de sí, / se encaprichó de Helena, / mientras Menelao se ejercitaba con los hoplitas. / Homero, gentilmente, omite el pasaje de la Ilíada / donde la erección de Agamenón, / ante la belleza desmedida de su cuñada, / fue apreciada como desproporcionada por el compilador (…)». Ahí radicó el original “casus belli” con Troya… esa, y no otra más épica, fue la causa de la Guerra de Troya.

En definitiva, en El desamparo del tabú en flor nos encontramos con poemas cargados de nostalgia situacional y transgresora (toda ausencia es presente y nada en el futuro será sino ausencia). También el lector atento detectará la búsqueda sin tapujos de la verdad mediante la actitud confesional manifestada en el sinceramiento del autor consigo mismo y con la realidad; y por adelantado le aseguramos que, inmerso en la lectura del poemario, será incapaz de sustraerse a la conmoción provocada por las cargas de profundidad lanzadas por el autor y sus “alter ego” para volar límites, fronteras, leyes, tabúes e impotencias existenciales. Todo ello, convenientemente sazonado con un humor ácido que no pretender herir, sino esbozar una sonrisa a las criaturas lectoras.


El lector atento detectará la búsqueda sin tapujos de la verdad mediante la actitud confesional


José Siles en nuestro ciclo «Nuevos Libros»
José Siles en nuestro ciclo «Nuevos Libros»

Bibliografía


Cruchaga, A. (2022). La casa deshabitada y la paradoja de las bellas cicatrices como noción confesional (prólogo). En Siles, J. El desamparo del tabú en flor. Madrid: Verbum.pp.9-19. Hernández, A. (2022). El desamparo del tabú en flor de José Siles. Letralia Recuperado de https://letralia.com/recomendamos/2022/11/21/el-desamparo-del-tabu-en-flor-de-jose-siles/ Herrera Rodríguez, F. (2023). Reseña del desamparo del tabú en flor. Cultura de los Cuidados. 27(65). (En prensa) Jiménez, J. (2022). José Siles y lo prohibido como materia poética. Letralia. Recuperado de https://letralia.com/entrevistas/2022/12/07/jose-siles/ Juan Penalva, J. (2022). Reseña de “El Desamparo del Tabú en Flor de José Siles. Cultura de los Cuidados, 26(64), 304-306. Recuperado de http://dx.doi.org/10.14198/cuid.2022. 64.27

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