«Martinete del rey sombra», de Raúl Quinto (Jekill & Jill)

Historia de una persecución que no termina nunca.

Reseña de 'Martinete del rey sombra' de Raúl Quinto (Jekyll & Jill)

Cuca Roseta y Daniel Casares acaban de publicar uno de los trabajos musicales más potentes que he escuchado estos últimos años. Rayana se presenta como un disco que realza el valor de los mestizo (cuando es aceptación y asimilación del otro distinto como parte de uno). Desde ese lugar fronterizo el guitarrista flamenco y la compositora fadista han creado un álbum donde tradición y presente se funden para iluminarlo todo. Empiezo así porque este disco me ha acompañado a lo largo de la lectura de Martinete del rey sombra de Raúl Quinto (Jekyll & Jill), el libro del que quiero hablarte hoy. Una reconstrucción histórica y literaria del intento de exterminio del pueblo gitano en la Gran Redada de 1749 y las consecuencias que este hecho tuvo para dicha comunidad. Una lectura tan abrasiva como estimulante.


Una reconstrucción histórica y literaria del intento de exterminio del pueblo gitano en la Gran Redada de 1749.

He leído Martinete del rey sombra sacudida por una experiencia ambivalente, entre el asombro que produce la buena literatura y el desgarro que me provocan las injusticias. Y creo que eso es lo que suscita en cualquiera con cierta sensibilidad la prosa de Raúl Quinto, que sabe mostrar la crudeza sin adornos pero con una sensibilidad estética que es de otro mundo. Entre sus muchos aciertos este libro se une a una tradición ya bien asentada en este país, la de la divulgación histórica, y tiene los dos ingredientes de la buena literatura de divulgación: documentación y fabulación. Con esta madera Quinto ha sabido reconstruir uno de los hechos más significativos de la historia del pueblo gitano: la Gran Redada de 1749, ideada por el I Marqués de la Ensenada (Zenón de Somodevilla y Bengoechea) en complicidad con el obispo Gaspar José Vázquez Tablada y ejecutada durante el gobierno de Fernando VI. «La noche del 30 de julio duró todo el mes de agosto. Seguirán apresando gitanos y los caminos de España se poblarán de largas cuerdas de presos, como si alguien estuviera tachando un mapa con tinta de carne».

La documentación exhaustiva combinada con una exquisita fabulación y expresada mediante un lenguaje poético le permiten a Quinto ofrecernos una historia inolvidable: demoledora en su drama, tierna en su luz, contundente en su insistencia por poner sobre la mesa los atropellos perpetrados por las clases adineradas y con poder a lo largo de la historia de la humanidad. Atrocidades que se han repetido a la largo de la historia y que seguimos sin entender, como si las creyésemos imposibles y les supusiéramos un gran componente de ficción, quizá porque nos resistimos a creer que estemos hechos de esa oscuridad. Da la sensación de que la gran intención de este libro es entender cómo se gesta una personalidad que tenga como motor el odio y, asimismo, qué condiciones existían en aquel imperio para que una decisión así pudiera ejecutarse con tanta frialdad. A lo largo de la lectura pasamos de la perplejidad a la rabia, y de nuevo al desconcierto, y nos encontramos con interrogantes que también nos hacemos sobre la naturaleza humana porque, al final, como todo acto literario, este libro intenta entender quiénes somos y cuáles son los límites de nuestros actos.

Quinto ha sabido pintar con claridad el panorama sociopolítico de aquella España imperial trazando un mapa de la historia del pueblo perseguido, cuyo exilio viene de lejos y parece interminable. «La soledad que los construye» escribe Quinto, y hace un intenso y breve repaso por la historia de este pueblo sin patria. Y parte del principio, cuando sí tenían una tierra, antes del exilio. Los datos más antiguos nos llevan a Kannauj, en la India, donde los gitanos vivían en el año 1018, el momento en que «Mahmud de Gazni y su ejército terrible» asediaron la ciudad, apresando a sus habitantes y vendiéndolos como esclavos. El comienzo del fin. Un pueblo libre que se convierte en esclavo. «Ya en el año 1300 hay constancia de guarniciones enteramente gitanas en la Argólida», leemos. Desde entonces no los abandonarían jamás ni la soledad ni el exilio, pero tampoco la música.

Seguramente la Gran Redada fue el hecho más brutal contra este pueblo. Un intento oficial de exterminio, que no pudo concluirse por errores en la logística, propios del desconocimiento absoluto que se tenía sobre quiénes eran esos otros a los que había que eliminar y, sobre todo, cuántos. Son muchos. «A Granada vinieron también desde Almería y ahora se mezclan con los sevillanos, descubren que el mapa de la redada no tiene fin, que han ido a por todos. Y sienten el desamparo de lo absoluto, la soledad de ser muchos». En la fragua los gitanos entonan martinetes en las mínimas pausas que promete el fuego mientras arde. Ellos, que también arden, hilvanan sus lastimeros cantes, y quizá ahí y sólo ahí encuentran algo de esperanza. En la música. Solos frente a un mundo que los ha marcado para siempre.


El libro de Quinto y una postal de 'Coplas de Nadie' de Francisco Díaz Velázquez y Patricio Hidalgo (Libros de la Herida)
El libro de Quinto y «Coplas de Nadie» de Francisco Díaz Velázquez y Patricio Hidalgo (Libros de la Herida)

Entre los acontecimientos que estructuran este libro hay tres que permiten entender la historia del pueblo gitano, pero también que iluminan nuestro entendimiento en torno a la resistencia de los pueblos perseguidos que, contra todo, se levantan, construyen sus casas, se aferran a su música, sobreviven en medio del desierto. Habla Quinto en principio de la brutalidad de la Gran Redada pero también de dos rebeliones que son el contrapunto de este martinete: el amotinamiento en el puente de Suazo —cuando los esclavos gitanos se organizaron para poner fin a esa represión, y que aunque terminó en una derrota más «ha sido también el momento más glorioso de sus vidas. La sangre les hacía cosquillas desde dentro de sus venas, el sol estaba ahí mirándoles orgulloso. La libertad era algo parecido a ese momento el el que pareció posible romper las cadenas y salir corriendo, y que los uniformes de los soldados ardieran con sólo mirarlos y la isla se hundiera en el barro para siempre»— y la huelga de mujeres en la Casa de la Misericordia de Zaragoza, en 1752. —Una huelga importantísima que no tiene nombre, porque «el dolor es largo, pero siempre lo arrasa el olvido, con su hilo negro haciendo zigzag en los labios y la maleza creciendo dentro de cada palabra»—.

Dos hechos que en su remolino de desgarro también ofrecen luz y ponen en valor la resistencia, algo que caracteriza a los pueblos vapuleados de la historia. Y esto tiene mucho que ver con la música, con el martinete. Un pueblo roto de dolor que entona un exigente grito de auxilio a un mundo que no lo escucha, a un dios que se ha olvidado de ellos. La literatura también sirve para mostrar eso. Y este libro de Raúl Quinto es una viva prueba de ello. «No hay una historia de los gitanos porque ellos no la escribieron, tal es la suerte de los pueblos ágrafos de la tierra, condenados a ser contados por los otros o a desaparecer». Contra la desaparición, la memoria, es decir, la literatura.


Contra la desaparición, la memoria, es decir, la literatura.

Una cosa que me ha interesado mucho es el tono del discurso, que permea también el tono del cante. Quinto tira de la ironía desde el desgarro y de comentarios serios pero que tienen un eco grotesco para ahondar en los mecanismos de poder que posibilitaron tanta brutalidad. Al leerlo podemos intuir cuán profundo era el desprecio hacia los gitanos y qué mecanismos se ponían en marcha en las altas esferas para justificar tantas tropelías, para llegar a mirar a otro ser humano y no verlo y perpetrar una matanza (o el intento) de un pueblo entero. Leemos: «El objetivo era la salud del reino, la desinfección y el exterminio». Una violencia que no terminaría ahí; en el futuro se levantarían nuevas formas de exterminio y discriminación. —Y no se olvida Quinto de la persecución durante el nazismo, pese a que sea de los grupos olvidados en la memoria histórica—. Pero no todo es pasado. En el presente todavía persisten los mismos prejuicios, ahora amplificados por la fertilidad escalofriante que ofrecen las redes sociales para organizar los discursos de odio.

Todo esto está estrechamente relacionado con ese trabajo entre documentación y fabulación, porque no se puede hablar del mundo sin meterse en los cuerpos, en la vida íntima de los personajes; es la única forma de crear un relato consistente, es decir, verdadero. Y en ese trabajo Quinto nos ofrece un retrato claro de los villanos de la historia, de sus miedos y sus fracasos, y de la oscuridad de la que provenían esos anhelos. De esa rabia de la que venimos todos se ha ocupado desde sus orígenes la literatura, enseñándonos a mirar la vida con nuevos ojos y a ponernos en el lugar de los otros, esos otros distintos que a veces tanto miedo nos causan. Y creo que en ese empeño brilla este libro, que nos invita a indagar en ese fuego y sus consecuencias y a usar la literatura como arma secreta para desactivar prejuicios y ejercitar la empatía.

«Hace falta muy poco para que algo se rompa», leemos. Y luego: «Y qué poco hace falta para escribir este libro: la caligrafía limpia del Marqués de la Ensenada, el empeño viejo del obispo Vázquez Tablada con su casulla bordada de miedos, la firma del papa bajo la luz brutal de las estatuas, la boca de Fernando VI diciendo sí». Y este es el relato de este libro: el trabajo asesino de un par de nombres marcando la frente de miles y miles. A todo un pueblo. «Una raza entera con su hambre a cuestas. Se habla como poco de 9.000». Y con qué facilidad se escriben los números, y cuánta tristeza nos invade al imaginar esas vidas mínimas arrasadas por el odio. El indulto tardaría en llegar. Recién se hizo efectivo en 1763. Pese a ello, algunos documentos confirman que hasta el año 1864 continuaban existiendo esclavos de origen gitano. ¿Cuántos gitanos desaparecieron en la rabia de las sombras de los perseguidos? Esta pregunta se nos escapa, pero está en este libro, que es un gesto de memoria por todos esos cuerpos que ni siquiera tuvieron una dulce sepultura. «El dolor es largo pero siempre lo arrasa el olvido». Y contra el olvido, la literatura. Y contra el olvido, este libro.


Un gesto de memoria por todos esos cuerpos que ni siquiera tuvieron una dulce sepultura.

Y volviendo a la cuestión mestiza de lo flamenco me resulta imposible no pensar en el título. Porque haciendo pie en el estudio de Pierre Lefranc sobre la relación entre el martinete de origen y la llamada a la oración de los musulmanes, el adhán, se me ocurre que este título es extraordinario y suma brillo a esta obra de semejantes características. ¿A que se debe esta fusión entre lo flamenco y lo musulmán? se pregunta Lefranc; la respuesta también está en este libro: a pertenecer ambos a pueblos perseguidos y esclavizados (gitanos y moros) y a compartir el dolor del presidio, que hermana en lo que hunde. Y si el Shahada surge como una forma de reafirmación diaria de la fe colectiva, el martinete es el grito de rebeldía y de liberación de un pueblo doliente pero jamás vencido. Y ese rasgo de mestizaje musical es importante, y pienso que ese no darse por muertos tiene mucho que ver con eso, y es un rasgo compartido con otros pueblos que se han gestado y proyectado desde el exilio.

Rayana. Cuca Roseta y Daniel Casares. Entre el flamenco y el fado, la guitarra y la voz, la tristeza murmurada del fado y el grito desesperado del flamenco. Desde su título hasta su concepto es un disco que viene a romper esquemas y borrar fronteras. Y creo que también es eso lo que quiere hacer Quinto en este libro. Leo Martinete del rey sombra y escucho este disco fascinante. Yo, que soy argentina y que me siento cerca de los sin tierra, aunque mi caso sea otro, con los abandonados, los que han sido empujados al silencio de los solos. Y como el disco de Casares y Roseta, que es un rosario ateo de cánticos rebeldes contra la opresión, este libro también. Y pienso en el sol y en la luna que suponen este libro. Y en el cante que te agarra el corazón y lo estruja y no lo suelta nunca más. Tantos fragmentos con la voz arañada que nos bebemos con el desconcierto de saber (y no) de toda esa larga historia, de tantas injusticias. Ahora y para siempre en la música. Esa otra noche inmensa. «Mientras una voz de hueso entona el martinete del rey sombra y la noche es inmensa en los reinos de España. Y la noche es inmensa, infinita. Y lo que canta tampoco acaba». Como no acaba este libro de Raúl Quinto cuando lo cerramos.


Raúl Quinto publica un libro sobre la Gran Redada en Jekyll & Jill

MARTINETE DEL REY SOMBRA
RAÚL QUINTO
JEKYLL & JILL
2023

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