«Nadie dirá que estuvimos aquí», de Alicia Louzao (Ediciones Liliputienses)

El poemario de Alicia Louzao ganador del V Premio de Poesía Centrifugados/Pueblo de San Gil.

Reseña de «Nadie dirá que no estuvimos aquí», de Alicia Louzao (Liliputienses)

En la poesía de Alicia Louzao encontramos muchísimos guiños a la tradición grecolatina. Su nuevo libro Nadie dirá que estuvimos aquí —V Premio de Poesía Centrifugados/Pueblo de San Gil— (Ediciones Liliputienses) no es la excepción. Los poemas hacen pie en el libro Las Heroidas de Ovidio y nos ofrecen una mirada renovada sobre la tradición y las mujeres que la atraviesan. Un libro que puede servir como una contundente afirmación de la increíble destreza y sensibilidad poética de esta autora gallega. Que nadie se lo pierda.


Un libro que puede servir como una contundente afirmación de la increíble destreza y sensibilidad poética de esta autora gallega.

Nadie dirá que estuvimos aquí es un poemario dividido en tres partes: «Llegada a Ítaca», «Penélope se da cuenta de que no importa demasiado» y «Nadie dirá que estuvimos aquí», a través de los cuales podemos internarnos en algunas de las obsesiones que se perfilan en la poesía de Louzao: el miedo al olvido, la infancia y la soledad de las raras. A través de un juego sensual entre tradición, memoria y realidad va construyendo un mapa fascinante de personajes que se proyectan sobre nuestra sensibilidad y organizan de un modo nuevo nuestra propia memoria. Aunque en los últimos años el auge poético ha caído en voces autoficcionales que han entendido el intimismo como una forma de narrar el yo, sigo prefiriendo a las autoras que escarban en los hilos de nuestra idiosincrasia cultural, donde el yo se difumina frente al nosotras: y encuentro esa ambición en la poesía de Louzao.

Para conseguir esa tensión entre realismo y fantasía Louzao perfila personajes nebulosos: no terminamos de conocerlos del todo, son y no son todas las personas que conocemos, son y no son personajes que han formado parte de la historia y son también criaturas sobrenaturales. Y creo que esto hace que sus poemas se te hundan debajo de la epidermis y te cambien el curso de la sangre. Los personajes se arrastran sobre las páginas y se retuercen sobre el lenguaje, llevándonos a pensar el mundo desde otro lugar, a mitad de camino entre realidad y sueños. Desde el comienzo de este libro comenzamos a encontrarnos con estos personajes: empezando con una reina y su dedo sobre un mapa. Un dedo que borra «la huella de los caminantes» y marca la distancia entre el mundo onírico y la realidad. Y qué bien trabaja Louzao esta relación mágica entre lo soñado y lo vivido, y cuán necesarias son las voces que nos invitan a confundirlo todo y a creer que en el lenguaje no hay fronteras, y que ésa es la gran dimensión de la poesía.


Reseña de «Nadie dirá que no estuvimos aquí», de Alicia Louzao (Liliputienses)
Un libro que nos explica

El misterio de la poesía de Louzao se teje con luz. Escribe: «La lumbre en la mano. / Pero esto nadie lo sabe». ¿Lo sabe ella? Cuando la leo tengo la sensación de que no son muchas las veces en que leemos a alguien y experimentamos eso, que confirma lo que dice el poema: «Creo que / podría abrir esta puerta y dar el grito que dio alguien que abrió / el mar como se abre una fruta llena de semillas». Louzao abre nuestro mar interior con una sensibilidad y un conocimiento hondo de la relación entre materia y lenguaje, y nos invita a pensar que existe otra poesía, una que nos incluye como un todo colectivo, donde el yo es, como sus personajes, algo difuso cuya importancia acontece en su encuentro con la otredad.

El juego entre percepción lingüística y sensitiva es otra cosa destacable de la poesía de Alicia Louzao y que en este libro alcanza una altura que podríamos haber intuido por la curva de crecimiento e intensidad que hemos podido notar a lo largo de su trayectoria. Dice: «Nadie escribe lo que no deseas que se repita», pero ella hace lo contrario y nombra lo doloroso, eso que se ha mantenido oculto por miedo a que, por nombrarlo, adquiera más cuerpo. «Llevar algo a rastras por el suelo que te persigue», leemos en uno de los poemas. Toda su poesía es un escarbar en los silencios familiares, la vulnerabilidad de los solos y la tristeza de las solas, y arañar los cimientos de un mundo que no quiere a las que deseamos una vida que no se ajuste a la normalidad. Hay muchos buenos poemas de nuestro tiempo pero creo que pocas voces se levantan contra la normalidad de la adultez como Louzao. Y creo que precisamente en ese punto reside la alta maravilla de su poesía ya que, al combinarse con un trabajo de forma increíble, deviene obra que nos invita a sentirnos menos solas, con más esperanzas en un mundo tan árido.

Antes de terminar quiero centrarme en otro aspecto sorprendente: el carácter profético de ciertos poemas. «Tú esto no lo sabes. / Larga es la noche». Lo señalo porque creo que esto también está vinculado con el roce de la tradición porque desvela un vínculo estrecho entre poesía y oralidad. En la poesía de Louzao se notan los ecos de una tradición oral donde se funden las dimensiones y todo lo que cuenta el lenguaje sirve para ahondar en el entendimiento de las fronteras entre éstas. El mundo real y el mundo soñado, las historias que parten de la experiencia personal y las historias que nos han contado para entender la vida. En sus poemas, como en esa tradición oral, siempre hay un eco de magia y fantasía, donde el lenguaje sirve para expresar la intuición de un devenir irrevocable, una especie de profecía que arrasará con todo. «Todavía es demasiado temprano y no han llegado las cinco olas», leemos. Louzao se apoya en esta tradición para dotar a sus poemas de una atmósfera muy particular pero lo hace de una forma peculiar: construye una obra donde lo profético puede torcerse mediante la imaginación, para pensar y construir un futuro distinto, que destruya los pilares de ese vaticinio. Y ésta, creo, es la gran maravilla de sus poemas.


Louzao construye una obra donde lo profético puede torcerse mediante la imaginación.

«Esto podría ser un cuento. Pero no lo es». La oralidad de Louzao, entonces, que hace pie en la larga tradición fabulosa de la literatura del norte de España, se acerca a la poesía para mostrarnos un cuento que tiene mucho de cierto pero que es fábula —y aquí lo que decíamos: no narrar el yo sino el nosotros, donde siempre lo que salva es ficcional—. Y este rasgo, donde sueño y desvelo, vida y mundo onírico y cuento y profecía se unen es lo que hace de su poesía algo verdadero, tan intensa y necesaria como pocas veces me he atrevido a admitir lo sea una obra. Sus poemas, sin embargo, traen también la sombra de una herida honda, revelando que el amor y la luz, como bien nos lo ha enseñado la tradición, también se nutren de nuestra rabia y nuestras pérdidas: «que se quemen todas las cosas bellas», leemos. También en el deseo de destrucción hay una chispa de entusiasmo hacia un porvenir que puede materializarse rompiendo los contornos de lo aprendido. Y éste es el gran regalo de estos poemas. Louzao es una poeta joven pero tiene en su voz la conciencia de las diosas y la ternura de las rotas, por eso al leerla algo cambia para siempre en nosotras. Léanla para imaginar que «la noche que es un sueño suelto».


Reseña de «Nadie dirá que no estuvimos aquí», de Alicia Louzao (Liliputienses)

NADIE DIRÁ QUE ESTUVIMOS AQUÍ
ALICIA LOUZAO
EDICIONES LILIPUTIENSES
V PREMIO CENTRIFUGADOS
2023

0 Comentarios