«Un pájaro bajo la cama», de Nuria Mendoza (Jekyll & Jill)

Historias médicas en Nueva York narradas con sensibilidad e inteligencia por una intérprete médica.

«Un pájaro bajo la cama», de Nuria Mendoza (Jekyll & Jill)

«Manzana, mesa, tulipán, felicidad». En el corazón de lo cotidiano enraízan los miedos y transforman el lenguaje en atadura o vuelo. Esto es lo que aprendemos al leer Un pájaro bajo la cama de Nuria Mendoza (Jekyll & Jill), un libro escrito con profunda sensibilidad y cercanía que nos invita a mirar en el pozo de la soledad donde el lenguaje se estrella contra la realidad. Un conjunto de historias escritas desde la perspectiva de una mujer que ejerce de intérprete en hospitales de Estados Unidos para personas que no se desenvuelven en inglés. El gran acierto de este libro es la mirada, que se halla a mitad de camino entre el apego y la distancia habitual que supone todo contacto con personas desconocidas hacia las que se asume una responsabilidad. Mendoza matiza con maestría un lenguaje descarnado a través de repentinos chispazos de ternura e ironía, a la vez que nos ofrece una fabulosa reflexión sobre el lugar que ocupa el lenguaje en las relaciones humanas.



Un libro escrito con profunda sensibilidad y cercanía.

Un pájaro bajo la cama reúne fragmentos de una vida de interpretación, lo que implica muchas vidas desesperadas entrecruzadas a través de una voz que se articula de una forma coral. La voz principal es la de una intérprete de español que ayuda a pacientes latinoparlantes a entender lo que les sucede a sus cuerpos, haciendo de traductora en el sistema de salud (intercediendo por ellos frente a médicos, enfermeros, psicólogos, abogados) y tratando de tener siempre presente su inmensa responsabilidad: «transmitir el mensaje completo, sin modificarlo». Un oficio desgarrador que imprime su marca en su manera de mirar el mundo y de trabajar con las palabras.

¿Cómo explicarle a alguien que lo que le sucede a su cuerpo es una terrible enfermedad? Aunque en principio sea el personal médico el encargado de poner en palabras esta verdad, hasta que la intérprete pronuncie esas mismas palabras en la lengua del paciente para él esta realidad no existe. Es fascinante la forma en la que Nuria Mendoza consigue plasmar esos instantes brevísimos: el peso sobre su corazón de lo que está a punto de decir —la duda: ¿y si no lo digo?, la responsabilidad: soy quien viene a anunciarte tu desgracia—, el silencio minúsculo entre un idioma y otro y la decisión de escoger las palabras adecuadas del idioma compartido con ese paciente sometido a la vulnerabilidad de la extrañeza. «Elegir las palabras precisas puede salvarle la vida», leemos.


«Un pájaro bajo la cama», de Nuria Mendoza (Jekyll & Jill)
Un libro hermoso, raro en su fisonomía, potente en su verdad

La verdadera pericia de la escritura no consiste tanto en usar bien el lenguaje como en poder pensarlo. Quienes la bordan en este arte de trabajar con las palabras son capaces de reflexionar constantemente sobre la relación con el lenguaje, incluso cuando no lo manifiestan de forma directa. Y creo que Nuria Mendoza pertenece a este grupo de escritoras, capaces de aludir siempre a la relación con las palabras. «Quizás acabe encontrando la gracia a no tener un punto de vista sino varios», leemos. En este libro encontramos inteligentes reflexiones indirectas sobre el acto del pensar la escritura, es decir, sobre el vínculo que establecemos con el lenguaje cuando es nuestra lengua madre y cuando es lengua aprendida, cuando es nuestro material de trabajo y cuando es un recurso de comunicación para la vida. A través de su trabajo, la narradora es capaz de mirar el mundo desde otro lugar, de comprender que su forma de nombrar no es la única forma de nombrar que existe.

Comunicar un diagnóstico requiere aprender el lenguaje del otro, es decir, nombrar el mundo desde ese lugar, y se me ocurre que ha de ser un oficio en el que se vuelve imprescindible el cultivo tanto de la humildad como de la empatía. La realidad del otro al ser pronunciada por la boca de la narradora se convierte un poco en su propia realidad y sus certezas tambalean ante esa verdad terrible que cobra forma mediante las palabras. Quizá ese desconcierto provocado por la forma que adopta la realidad a través del lenguaje represente al pájaro anidando bajo la cama. «Trabajas con palabras, pero aquí el verbo se hace carne de cañón».


La realidad del otro al ser pronunciada por su boca se convierte un poco en su propia realidad.

En lo que respecta al estilo, encontramos textos de empuje breve pero intenso, como fotografías de momentos, instantáneas de dolor y también de risa. Creo que el trabajo de las escenas es casi cinematográfico pero con el cuidado que supone la escritura breve: todas las palabras están ahí por algo, es decir, nada sobra. Entre los muchos aciertos me gustaría destacar el modo en que la autora consigue narrar la fuerza de los cuerpos para tirar hacia delante, ventanita por la que asoma la esperanza a estos relatos. Pero la esperanza tiene un coste: la responsabilidad en el cuerpo de la intérprete. Su trabajo consiste en transmitir el lenguaje de la mejor forma, haciendo el menor daño posible pero sin cambiar las palabras del emisor. Una responsabilidad que impone su desgarro. «Recuerdo salir a la calle con la sensación de ser depositaria de secretos, de una confianza visceral que se me pegaba a la garganta».

Lo que nos interesa de la literatura es todo lo que la rodea. En este libro, por ejemplo, a todas estas imágenes y anécdotas de personajes diversos hay que sumarle una historia subyacente que es la columna vertebral de la obra. Esta historia que no se narra pero que se puede percibir a través de la evolución de la voz narradora, nos permite entender el modo en el que estas experiencias van transformando a la intérprete. Podríamos decir entonces que cada fragmento está superpuesto a otro y juntos nos ofrecen una pregunta sobre el impacto que las experiencias ajenas nos transforman cuando está el lenguaje en juego. Estoy convencida de que esta historia subterránea es la que da sutura al libro, hilando un rosario de textos que son una misma historia contada por muchas voces. Y, en ese sentido, creo que es una lectura fascinante para pensar la perspectiva. «A mí nunca me ocurrió todo aquello y, sin embargo, sería diferente si lo narrara en tercera persona», leemos. ¿Es el yo simplemente una perspectiva o al narrar desde ese lugar la experiencia del otro atraviesa nuestro cuerpo? Son muchas las preguntas que podrían asaltarnos al leer este libro. Todas ellas necesarias.

Un pájaro bajo la cama es un libro hermoso, raro en su fisonomía, potente en su verdad, que viene a recordarnos lo estrechos que son los vínculos entre realidad y lenguaje y a reavivar en nosotros el entusiasmo por lo que habita más allá de los bordes. Un libro primer libro deslumbrante que parece escrito con total humildad, cuando en realidad lo que se propone es tremendamente ambicioso y el resultado extraordinario. Que nadie se lo pierda.


«Un pájaro bajo la cama», de Nuria Mendoza (Jekyll & Jill)

UN PÁJARO BAJO LA CAMA
NURIA MENDOZA
JEKYLL & JILL
2023

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