«Mañana me voy», de Víctor Colden (Abada Editores)

Un viaje a través del ser y el paisaje soriano.

Reseña de «Mañana me voy», de Víctor Colden (Abada Editores)

El camino tiene un poder hipnótico. Nuestro pasado nómada continúa pujando en nosotros, con el deseo de despertarnos de este sueño solipsista y sedentario en el que vivimos. Quizá en ese pasado antiquísimo residan nuestras ganas de hacer camino y nuestra admiración hacia aquellos que han elegido una vida trashumante. Quizá también ese pasado sea el que ha despertado en el escritor Víctor Colden el deseo de recorrer a pie, no como un turista sino como un paseante (y esta diferencia es importante), algunos paisajes sorianos y dejar constancia de este ejercicio íntimo y literario en su libro Mañana me voy (Abada Ediciones). En el deseo de este caminante se lee el desprendimiento de las prisas, la búsqueda de la intimidad y la amalgama con la naturaleza. Emprende un camino geográfico definido con la idea de visitar parejas y otro interior incierto para encontrar respuestas a sus inquietudes más hondas. Un libro bello que se lee con la calma con la que debe caminarse.


Un libro bello que se lee con la calma con la que debe caminarse.

El viaje del caminante cubre un tramo del Sendero Ibérico Soriano, desde Carrascosa de la Sierra hasta Medinaceli. Vamos acompañando al narrador por esos senderos y la lectura se convierte en un hermoso viaje interior y exterior. A medida que avanzamos por los fabulosos paisajes y los vislumbramos en nuestra mente, también nos vemos empujados a hacernos las mismas preguntas que rondan el ánimo del caminante. El juego que consigue Colden entre la realidad externa y el paisaje interior es maravilloso. Y quizá este doble camino tenga mucho que ver con esto que leemos: «Todo viaje lo pone a uno en marcha también por dentro». Eso nos ocurre al leer Mañana me voy.

Las dificultades para relacionarse con los otros sin traicionarlos es una idea reincidente, donde el yo está herido pero también abrumado y avergonzado por un pasado que no se explica del todo, pero que podemos intuir está relacionado con una herida amorosa. Entendemos que necesita este viaje para perdonarse, aunque dice que ésa es la última frontera de la dignidad que todavía no está preparado para atravesar. El silencio y la soledad aparecen entonces como refugios de libertad. Nadie alrededor que juzgue, que exija, que espere algo de él. El hombre está solo, después de mucho tiempo, y camina, camina, camina. Pero este encuentro con el sí mismo tampoco es fácil, porque teme recordar. «Lo más difícil es el silencio. Lo más costoso, lo más raro», leemos.

A lo largo del camino va trazando un mapa de sus pensamientos y sus convicciones. Por momentos el fluir del lenguaje es entrecortado, pero por momentos se acerca a lo aforístico, y este movimiento le aportan intensidad a la lectura. «La memoria es un deber, me digo. Como la esperanza», leemos por ejemplo. Y estoy pensando en que este narrador es un hombre que ha perdido la fe en todo y que se plantea la idea de dejar de escribir. Hay una especie de nihilismo en su pensamiento que se contradice con ese deseo de encontrarse. Como si una semilla muy escondida dentro de él anhelase una visión más lúdica y amable de las cosas. Por eso, tal vez, este viaje y este libro no sean otra cosa que el deseo de encontrar esperanza en un mundo que parece que se ha despintado arrebatándole el entusiasmo de las cosas que antes lo regocijaban.


Libro de Víctor Colden publicado por Abada Editores
Un recorrido por Soria para encontrar respuestas importantes

Víctor Colden propone un interesante rosario de preguntas y reflexiones en torno a temas como la soledad, el amor, el desconcierto, la traición, la amistad de una forma auténtica. Y pone en el centro de sus reflexiones el dolor y la enfermedad. El cuerpo es nuestra mejor baza para medir nuestra esperanza. Cuando el cuerpo se rompe, parece difícil poder confiar en las pequeñas cosas que antes nos sostenían. «Voy partido por la mitad. El dolor está en el centro», leemos. El dolor también ha sido un detonante del viaje. Porque no es sólo físico, el hombre está quebrado y se ha perdido. Y aunque lo único que hace es alejarse de su lugar y visitar parajes desolados lo que más desea es volver a casa («Caminamos todo el rato en dirección a casa), el viaje entonces es un camino de migas de pan para no morir en el bosque, y poder regresar a la casa. A la intemperie, en la soledad del camino, se abren pequeños momentos de refugio en los que hago mi hogar.

Uno de los grandes aciertos de este libro es esa voz narradora contradictoria que se asoma a nuestro mundo interior y nos invita a hacernos preguntas sobre el dolor, sobre nuestra relación con la enfermedad, con el amor y la soledad. Este personaje que deja permear su vulnerabilidad sobre la página y que nos explica que el suyo es un viaje que tiene como objetivo ahondar en aquellas verdades que no es capaz de aceptar del todo, y que tienen que ver con el miedo. Un viajero que huye de su casa y de sí mismo, pero cuyo deseo más hondo es encontrar un sitio al que llamar hogar y reconocerse en sus heridas. Las preguntas que asaltan sus pasos giran en torno a los caminos elegidos, no siempre dichosos, evidentemente, y la posibilidad abierta de haberse convertido en otra persona. «Huir de mí, curarme de mí, ¿es eso posible? ¿Y habría podido yo ser otro?», escribe.


Uno de los grandes aciertos de este libro es esa voz narradora contradictoria.

Existe una amplia literatura de caminantes, un amplio grupo en el que podemos incorporar el nuevo libro de Colden, que se destaca por la curiosa peculiaridad de estar a mitad de camino entre la narración trivial de un diario en movimiento y la intensidad de un libro de aforismos filosóficos. De hecho, la brevedad de las frases creo que es una de las grandes elecciones del autor, puesto que nos permite acompasarlas al ritmo del camino. Víctor Colden trabaja con absoluta sensibilidad el pensamiento inmediato y los muchos disparadores que el caminar provoca, todos entroncados con la creatividad. Y, como decía, también con la esperanza, porque al final termina siendo un libro que rinde homenaje al presente y a los actos. No callar, decir. No soñar, buscar con todos los sentidos nuestros deseos. Un libro maravilloso para los amantes de la literatura de viajes pero también para quien desee internarse en los pintorescos rincones de Soria con esa linda obsesión de querer encontrarse. Que nadie se lo pierda.



Reseña de «Mañana me voy», de Víctor Colden (Abada Editores)

MAÑANA ME VOY
VÍCTOR COLDEN
ABADA EDITORES
2023

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