«No se van a ordenar solas las cosas», de Nuria Labari (Páginas de Espuma)

Cuentario extraordinario sobre lo cotidiano atravesado por la violencia.

Portada de «No se van a ordenar solas las cosas», de Nuria Labari (Páginas de Espuma)

No se van a ordenar solas las cosas de Nuria Labari (Páginas de Espuma) comienza con Eleonora Carrington y termina con Isaac Singer, dos personajes literarios con vidas dramáticas, empujados al abismo por la violencia del mundo que les tocó habitar. Con ellos se abre y cierra un libro con seis cuentos fabulosos sobre las complejas relaciones entre las personas, con una cortina de fondo tejida con las violencias institucionales físicas y morales contra los grupos marginales. Lo cotidiano es, podríamos decir, el hilo que une las texturas deslizantes y que a Labari le sirve para construir un universo homogéneo cuyo movimiento está centrado en remover y plasmar el interior de los personajes. Empezamos y terminamos en una cocina. La dinámica de los hogares, las relaciones entre los miembros de una misma familia y la soledad que atraviesa toda existencia son algunos de los elementos que destacan. La autora demuestra una gran sensibilidad en el uso del lenguaje, lo que le permite escarbar en los intersticios de la realidad y hacer algunas preguntas tremendamente necesarias en los tiempos que vivimos. Nuria Labari vuelve al cuento con un libro verdaderamente extraordinario.


La autora demuestra una gran sensibilidad en el uso del lenguaje


La vuelta de Nuria Labari al cuento


Desde su primer libro, Los borrachos de mi vida (Lengua de trapo), Nuria Labari ha puesto su escritura al servicio de la inquietud. Escribe contra un mundo enrarecido donde la violencia y la hostilidad cada vez son más frecuentes y contra la desidia en torno a la vida de los otros. En su nuevo libro No se van a ordenar solas las cosas, se reafirma en esa búsqueda temática con una serie de cuentos donde los personajes están en guerra con el mundo o perciben su propia vida con una carga importante de frustración. El desencanto vuelve a ser uno de los hilos conductores de estos relatos que conducen a una reflexión aguda y crítica sobre la realidad.

Después de haberse consolidado como una de las novelistas más destacadas del panorama español, Labari ha decidido volver a sus raíces y publica un libro de cuentos que confirma su talento y su mirada insurrecta sobre la perturbadora realidad que nos rodea. Estos seis cuentos demuestran que es una autora capaz de mezclar lo íntimo con lo social, cuestionando las expectativas impuestas a las mujeres en la vida contemporánea. En esta ocasión se decanta por múltiples voces que contribuyen con una armonía única pero llena de variaciones melódicas.

No se van a ordenar solas las cosas nos permite descubrir (o redescubrir) a una cuentista sólida y comprometida con el lenguaje, que se atreve a poner en palabras algunos de los tabúes mejor apuntalados de nuestra cultura y se rebela contra la tibieza el desinterés por lo que les sucede a "los otros". Labari consigue de forma diestra plantear las sutilezas y las complejidades que se desprenden de los diversos vínculos afectivos que vamos creando a lo largo de la vida y nos regala seis cuentos de una potencia descomunal.


Portada de «No se van a ordenar solas las cosas», de Nuria Labari (Páginas de Espuma)
Después de 15 años, Labari vuelve al cuento


Bajo la luz de Szymborska


«Después de cada guerra/ alguien tiene que limpiar./ No se van a ordenar solas las cosas, / digo yo».. Nuria Labari hace pie en estos versos magníficos de la diosa Szymborska. De ahí parte, y construye seis cuentos que no se parecen en nada pero que comparten el deseo de hacer de la palabra una posibilidad. En un mundo cada vez más terrorífico, donde ya las guerras ni siquiera son tema de conversación aunque estén ocurriendo justo aquí y allá, resulta extremadamente necesario que sigamos pensando en el mal y, sobre todo, en la banalidad del mal. Nos enseñó Arendt que la docilidad frente al dolor del otro resulta mucho más peligrosa que el mal en sí mismo, puesto que es el caldo de cultivo perfecto para que las injusticias y las violencias estructurales se asienten. Estamos ante un conjunto de cuentos bien diferentes entre sí pero que comparten un interés (u obsesión) por explicar la monstruosidad que habita en los más pequeños gestos.

Dicho esto, resulta acertado pensar el tema a la luz de Wislawa, que reflexionó en su poesía de forma contundente sobre el comportamiento humano y puso en palabras el tremendo surco que clava la guerra en las sociedades. Se vuelve todavía más contundente el acierto al descubrir que, como la diosa polaca, Labari pone en el centro del relato lo doméstico y teje un telar colorido y cruzado de aromas hogareños a partir de ahí. Desde el primer cuento asomamos la cabeza a pequeños orificios que conducen a la intimidad de una serie de personajes acomplejados, que viven a medias, que han logrado cierta estabilidad profesional de la que no disfrutan o que se encuentran en el borde del vórtice marino: a punto de ser engullidos por la oscuridad del océano, a punto de ser rescatados por un cambio imprevisto de las mareas.


Labari pone en el centro del relato lo doméstico


«Tengo delante las puertas de los armarios de una cocina que no es la mía. Alguien las arrancó de la casita de Saint-Martin-d'Ardèche donde vivió Leonora Carrington y las trajo hasta aquí». Así comienza «Dios sólo entiende palabras esdrújulas», el cuento que inaugura este universo delicado y fascinante de Labari. Una mujer trabajadora de clase media disfruta de una exposición en un museo y reflexiona sobre la tensión que existe entre ella y la mujer que cuida de sus hijas, y que en ese mismo momento se encuentra protegiendo el territorio conquistado. Labari trabaja con valentía los sentimientos ambivalentes de una mujer dividida entre su vida profesional y su vida familiar.

«Hace horas que debería estar en mi cocina, rodeada de armarios de fórmica blanca, pero la exposición ha tenido tanto éxito que han prorrogado la apertura del museo hasta las diez de la noche. Y no quiero irme, aquí me siento a salvo». Dos cocinas conectadas por los monstruos: la de Leonora y la suya, donde una extraña a quien ella ha elegido se ha hecho con el control del espacio dejándola al margen de las dinámicas hogareñas; una extraña por la que siente una especie de cariño y animadversión, y cuyas emociones encontradas permiten intuir el terror abismal que la sobrecoge ante la posibilidad de ser expulsada del paraíso. «Tardé años en entender que volver significaba separarse de su marido y sus hijos una vez más. No hay vacaciones para el destierro». El punto de partida es contundente y se liga a otros cinco cuentos donde esta ambivalencia se manifiesta en relaciones diferentes y tramas con el mismo grado de complejidad.


Contraportada de «No se van a ordenar solas las cosas», de Nuria Labari (Páginas de Espuma)
Nuria Labari sorprende con un cuentario magistral


Defensa filológica


Hay en estos cuentos un interés contundente por defender la palabra. En tiempos donde prima el lenguaje con efecto, una obra donde se hace hincapié en las sutilezas de la comunicación y se defiende el interés por la belleza en el contar más que el empeño en la efectividad se convierte en un oasis en un desierto léxico. En No se van a ordenar solas las cosas este alegato verbal se ve plasmado de forma contundente en dos cuentos que rinden homenaje a dos lenguas invisibles (que no, muertas): el tamazight (una de las muchas lenguas bereberes que han ido perdiendo hablantes por la asimilación del árabe en Marruecos) y el ídish (la lengua europea que nos recuerda la idea perdida de Europa). Estos dos cuentos trabajan con respeto y admiración la defensa de las palabras, que es también la defensa de un mundo en extinción o que se ha extinguido, la vuelta a la infancia para que las palabras nos mantengan alertas ante la violencia insoportable del mundo.

Labari se ocupa de estas dos lenguas invisibles y construye en torno a ellas toda una reflexión sobre las palabras que nos educan y la autoridad que nos entrega el lenguaje. Son dos cuentos que tienen en el centro el deseo y la violencia institucional, a veces tan invisible. En lo que respecta a la trama tenemos dos relaciones amorosas donde el lenguaje atraviesa el vínculo y provoca interrogantes en dos direcciones yuxtapuestas. La transformación del deseo y las formas que asume la verdad cuando el dolor del otro se vuelve cuerpo son dos de los temas que la autora toca con contundencia. En el caso del cuento que da título al libro tenemos una historia de amor preciosa donde su idea de los privilegios es trastocada por la chispa vital de la realidad del otro. En este sentido, la autora nos plantea una curiosa reubicación del deseo, que siempre encuentra su luz en el camino no pactado, en las posibilidades sorprendentes que se nos presentan en la vida.

Portada de «No se van a ordenar solas las cosas», de Nuria Labari (Páginas de Espuma)
Un cuentario coral fabuloso

Análisis formal y monstruos


A la pulsión filológica habría que añadir la intención de construir un artefacto narrativo de cierta complejidad formal. Esto se nota especialmente en el cuento titulado «Como si te hubieras olvidado del sentido de vivir», donde un adolescente con vigorexia, un trastorno relacionado con la dismorfia corporal, intenta sobrevivir a la tremenda hostilidad que sospecha del mundo huyendo de él y encontrando su refugio en la música. El tono de este cuento está muy bien logrado: la voz narrativa es potente e inconsistente, con esa fractura que supone no sólo la adolescencia sino también una adolescencia que se atraviesa con la soledad que provocan este tipo de trastornos. A nivel estructural es un cuento magistral y denota una profunda investigación y trabajo en ese unir piezas inconexas intentando articularlas con destreza.


A la pulsión filológica habría que añadir la intención de construir un artefacto narrativo de cierta complejidad formal


Como Eleonora Carrington la literatura está llena de monstruos y el trabajo de toda escritora es invocarlos para dejarlos al descubierto; criaturas asombrosas y horripilantes se asoman a las páginas y se materializan para atormentarnos, pero también para recordarnos que tenemos miedo, que es el sentimiento más brutal y más vital que experimentamos los animales puesto que nos recuerda que estamos vivos y que deseamos firmemente seguir estándolo. Al leer a Nuria Labari los monstruos encuentran un canal para volver a la vida y la narración debe intentar eliminarlos o, al menos, volverlos tangibles para que el daño que provoquen no sea imprevisto. La autora se ocupa de la raja de lava que supone vivir en este mundo condenado a su autodestrucción y escribe: «Ninguna mujer desea convertirse en hiena, pero todas escondemos animales salvajes debajo del abrigo». Esos animales salvajes que tienen todo el potencial para hundirnos y salvarnos. ¡Y qué maravilla cuando la literatura pone sobre el papel esta dicotomía tremenda de la supervivencia!


Portada de «No se van a ordenar solas las cosas», de Nuria Labari (Páginas de Espuma)
Lo cotidiano y lo brutal en los cuentos de Labari


Comentario final de «No se van a ordenar solas las cosas» de Nuria Labari


En estos seis cuentos de Nuria Labari van a encontrar un universo complejo y redondo donde pensarse. No se van a sentir a salvo pero recordarán por qué la literatura les resultaba tan sorprendente y necesaria. En este conjunto de historias y de personajes contradictorios subyace una reflexión luminosa sobre las mil posibilidades que todavía están latentes para nosotros, monstruos desorientados en un mundo despiadado. Esa luz que nos ofrece (y promete) la literatura, la de pensar que habrá un mañana más amable para nosotras, está aquí guardada como un tesoro, en estos cuentos en los que el pasado conjuga el porvenir confiando en la palabra. Y es que es «Imposible no tirar del pasado que nos ha traído hasta aquí».


Un universo complejo y redondo donde pensarnos


«Los cuerpos se borran borrando el lenguaje» (Entrevista a Nuria Labari)

Nuria Labari tiene magníficas explicaciones para defender sus cuentos. A continuación puedes disfrutar de una entrevista en la que la autora nos habla de los pilares que sostienen su escritura, la rabia aguda que le provocan las violencias institucionales y las formas en las que el amor y la belleza pueden salvarnos. ¡No te la pierdas!

NO SE VAN A ORDENAR SOLAS LAS COSAS. NURIA LABARI. PÁGINAS DE ESPUMA. 2024

1 Comentarios

  1. Qué maravilla de artículo... y tengo el libro pendiente en el ebook, a ver lo que tardo en ponerme a ello. Me encantan los cuentos.

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