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Romina Tumini parece lanzarse a la escritura desde ese lugar herido pero sobre el que ha pasado la reflexión. La herida que no cicatriza del todo es el punto de partida de una escritura que intenta entender el comportamiento humano y la fuerza de los vínculos a la hora de reconstruirse. Desde ese lugar, con la mirada migrante en el centro, nos adentramos en una manera de observar el mundo con otra luz. En esta conversación, la autora repasa sus influencias literarias, reflexiona sobre el desarraigo y la memoria, y nos habla de su novela más reciente, La elegida del mar donde los cuerpos y las pérdidas encuentran una escritura a la altura de su intensidad. En esta novela, Tumini entrelaza el mito, el exilio y la construcción de identidades en diálogo cercano con el agua —símbolo de lo femenino, del origen y del tránsito—. La narración avanza entre lo real y lo simbólico, en un lenguaje cuidado que indaga en la herencia, el cuerpo y la transformación.
P—Un mensaje en una botella es el punto de partida de tu novela La elegida del mar. ¿Qué podemos encontrarnos en esta lectura?
R—El mensaje en la botella es un arquetipo, puede tener distintos significados, en este caso es una forma de llamada, de apelación. La protagonista es elegida por el mar para recibir esta historia, la que está dentro de la botella. Como portadora ella asume la responsabilidad de desentrañar el misterio detrás de la carta embotellada. Es una suerte de designio que la mueve a buscar hacia afuera lo que termina encontrando dentro. Se busca de forma indirecta. Creo que el lector puede identificarse con esa búsqueda, la de la historia de otro o la propia, con ese impulso de querer saber.
P—Aunque es una novela intimista también ofrecés una reflexión sobre la migración y la violencia institucional, atravesando inquietudes sobre la memoria histórica argentina. Me gustaría preguntarte por la semilla de la escritura.
R—Estos temas fueron apareciendo a medida que escribía, porque esta novela nació del núcleo de un cuento y se fue alargando hasta convertirse en novela y por ello se fueron sumando temas y desarrollos. Podría decir que también me sorprendió a mí que tomara esa dirección. Sin duda terminan saliendo temas que nos ocupan y preocupan, sobre los que reflexionamos y quizá actuamos, los que probablemente todavía estemos procesando y justamente por eso aparecen cosas como esta parte tan oscura y triste de la historia argentina que me ha dolido siempre, es una memoria que duele, que conmueve y moviliza, y se ha colado en la trama tomando gran protagonismo. La realidad de la migración es algo más cotidiano y actual, pero también algo sobre lo que teorizo y reflexiono de muchas maneras.
Aparecen cosas como esta parte tan oscura y triste de la historia argentina que me ha dolido siempre
P—Fusionas la creatividad y la ficción con la historia. ¿Toda buena novela debe tener su amarre en la realidad?
R—No me atrevería a formular un deber ser sobre la realidad en la escritura, pero me parece que aun en las fantasías más salvajes hay toda suerte de anclajes en la realidad. Diría que es la materia prima con la que se construyen las historias. Y las mías, sin duda, tienen una base firme en la realidad. En esta novela utilizo elementos autobiográficos (por ejemplo, he vivido en Mar del Plata en un departamento como el que describo), elementos de la historia argentina y de la de muchos refugiados (por ejemplo, el camino del exilio que describo es real, alguien me lo ha contado y me ha prestado el suyo), y muchas de las emociones y experiencias que se describen, incluso las traumáticas, salen de las historias de terapia. Creo que sin realidad no habría ficción.
P—Tu pasión por la lectura comenzó como un malentendido. Contás en tu blog que aprendiste a leer tarde porque necesitabas anteojos y que en cuanto se resolvió este problema te volviste una apasionada lectora. ¿Qué lectura de aquellos primeros años recordás con especial cariño?
R—Creo que leía todo lo que encontraba, desde los bestsellers que había en casa hasta la literatura juvenil que encontraba en la biblioteca. De esa época recuerdo Mujercitas, Rebeca, las hermanas Brontë. No leí literatura para niños, o muy poca. Recuerdo que por el hecho de leer mucho había adquirido un vocabulario inusual para mi edad y me hacían bullying por eso.
P—¿De qué manera tu experiencia migrante ha transformado tu escritura, y de qué manera se proyecta en tu obra?
R—En principio es gracias a la migración que retomé la escritura. Había llegado a ese punto en el que sentía que no terminaba de adquirir y dominar el idioma nuevo y estaba perdiendo mi lengua materna. Me sentí, como bien explica Agota Kristoff, una analfabeta. Recuperar mi lengua a través de la lectura y la escritura implicaba recuperar mi identidad positiva, aquello que me hacía sentir segura, confidente. Así fue que mi propia migración se convirtió en motor de mi retorno a los talleres de escritura, con Sandra Russo en Argentina, con Clara Obligado en España (y siguieron otros), y volví a conectarme con ese espacio blando, vulnerable y flexible desde el que escribo.
La migración me ha dado perspectiva para mirar muchas cosas de otra manera, menos naturalizada, con más curiosidad, empatía, fluidez y preguntas.
Es gracias a la migración que retomé la escritura.
P—¿Hubo algún libro que te convirtiera en escritora?
R—Hubo un libro que “me voló la cabeza”, como decimos en Argentina, “El nombre de la rosa” de Humberto Eco. Mientras lo leí no podía hacer ninguna otra cosa, ni dormir, comer, ir a ningún lado. Me enfermó como un virus. Además, justo en ese momento yo estaba estudiando Letras y para Literatura Griega Antigua tenía que dar una clase sobre la poética de Aristóteles. En mi versión había una página y media de La Comedia, lo único que se conserva de ese libro misterioso. Una casualidad increíble. Me hizo ver la literatura de otra manera. Quizá haya sido ese libro la piedra fundamental.
P—¿Algún mensaje de apoyo que te haya acompañado en este arduo camino?
R—No sé si algo como un mensaje de apoyo, pero sé que mi curiosidad por todo lo humano ha sido siempre mi motor, en lo laboral y también a la hora de escribir. Me interesa mucho preguntarme cosas, generar hipótesis sobre “qué sucedería si…” o lo que harían y pensarían personas puestas en determinada posición. Esto sucede en esta novela donde los personajes son llevados al extremo, a ese punto de quiebre, o mejor dicho a ese punto límite en el que se quiebran o no, y si se quiebran qué pasa después.
P—¿Qué tiene que tener una novela o un cuento para llamar tu atención?
R—Tiene que interpelarme de alguna manera, preferentemente de manera emocional, tiene que tocar algunas de esas teclas que hacen mi música. Puede ser por los temas, por la belleza, porque describen alguna experiencia mía, o porque interrogan sobre mis propias cuestiones e intereses. Creo que en el fondo lo que activa mi curiosidad es aquello que desvele algún aspecto menos explorado de la naturaleza humana.
P—¿De dónde surgen tus historias?
R—Surgen de la vida misma, de las situaciones o vivencias que han capturado mi atención o me han movilizado, esas que me han quedado dando vueltas en los pensamientos y he ido recopilando. Y si parten de un ejercicio literario, es decir, de una motivación externa, siempre confluyen en el caudal de lo que me inquieta.
P—¿Si tuvieras que señalar algún aspecto que te resulte más difícil de la escritura, cuál sería?
R—Lo que quizá sea más difícil para mí o más preguntas me genera es anticipar el pulso del lector. Intuir cuánta información necesita y cuánta le sobra. Claro que no hay un solo lector y cada uno entiende las cosas desde su propia experiencia. A veces me cuesta medir las posibles emociones que despiertan mis palabras y sospecho que este tema está siempre atravesado por la profesión.
P—Además de tu vocación literaria sos psicóloga y te has ocupado de personas en situación de violencia doméstica, ¿podrías hablarnos de tu interés por este tipo de conflictos? También me gustaría preguntarte de qué forma tu trabajo como terapeuta ha influido en tu escritura.
R—Me interesa básicamente ayudar a personas en situación vulnerable. En su mayoría trabajo con migrantes que son quienes más a menudo están en esa situación, sobre todo las mujeres migrantes. Ya desde la adolescencia hacía trabajo voluntario en las villas o en hogares de niños, en zonas aisladas de la cordillera. Luego ya recibida de maestra trabajaba en escuelas carenciadas donde me quedó claro que no me alcanzaba con los conocimientos que tenía para ayudar como me hubiera gustado. Por eso seguí estudiando psicología y me formé como psicoterapeuta especializada en trauma y en parejas.
»Todo ese interés se transparenta en mis relatos y en mi novela. Las preguntas que me hago al respecto, las cuestiones que considero coyunturales. Las enfoco desde distintos lugares, sin dogmatismos y en toda su complejidad. Me interesa desarrollar personajes muy humanos, ni héroes ni villanos, atravesados por conflictos que podrían ser reales y enfrentándose a encrucijadas y decisiones que yo denomino “imposibles”, esas llenas de contradicciones, en las que no hay ninguna solución correcta, como suele ser en la vida.
»Después de tantos años de escuchar historias de gente decidí que ya era hora de empezar a contar, no esas mismas, pero otras inspiradas en esas historias, con personajes hechos de un puzle de personas reales. Quisiera hacer mi aporte para entender mejor la naturaleza humana, y eso desde mi práctica y experiencia.
»Todo ese interés se transparenta en mis relatos y en mi novela. Las preguntas que me hago al respecto, las cuestiones que considero coyunturales. Las enfoco desde distintos lugares, sin dogmatismos y en toda su complejidad. Me interesa desarrollar personajes muy humanos, ni héroes ni villanos, atravesados por conflictos que podrían ser reales y enfrentándose a encrucijadas y decisiones que yo denomino “imposibles”, esas llenas de contradicciones, en las que no hay ninguna solución correcta, como suele ser en la vida.
»Después de tantos años de escuchar historias de gente decidí que ya era hora de empezar a contar, no esas mismas, pero otras inspiradas en esas historias, con personajes hechos de un puzle de personas reales. Quisiera hacer mi aporte para entender mejor la naturaleza humana, y eso desde mi práctica y experiencia.
P—¿Te parece importante que la literatura funcione como una herramienta para visibilizar las injusticias?
R—La literatura tiene que ser eso, arte, no la veo con un fin instrumental. Pero sería maniquea si no portara la realidad social entre sus contenidos, las injusticias, el sufrimiento. Sí la veo como una forma de tratar de entender el mundo y por ello no considero que debiera evitar los temas difíciles, las situaciones incómodas. Una literatura despojada de esto, que no cuestiona ni contribuye a reflexionar y profundizar sobre la vida sería algo pasatista, un entretenimiento olvidable.
»En ese sentido me interpela la frase de María Fernanda Ampuero: “Recurro a la literatura. Como siempre que no puedo entender algo, que la injusticia me retuerce las vísceras, que siento que podría desmayarme de ira, recurro a la literatura”. »Para encontrar sentido, para descansar de la realidad o descansar de mí misma. Para imaginarme otros mundos posibles, otras versiones de mí misma.
»En ese sentido me interpela la frase de María Fernanda Ampuero: “Recurro a la literatura. Como siempre que no puedo entender algo, que la injusticia me retuerce las vísceras, que siento que podría desmayarme de ira, recurro a la literatura”. »Para encontrar sentido, para descansar de la realidad o descansar de mí misma. Para imaginarme otros mundos posibles, otras versiones de mí misma.
Para bajar al papel cuestiones dolorosas, traumáticas, contradictorias hay necesariamente que procesarlas.
P—¿Has encontrado en la escritura una vía para procesar y comunicar las complejidades de tu labor como psicóloga?
R—Sin lugar a dudas. Para bajar al papel cuestiones dolorosas, traumáticas, contradictorias hay necesariamente que procesarlas, rumiarlas, ordenarlas, encontrarles un sentido, una dirección, y lo más importarte, convertirlas en un objeto fuera de nosotros mismos, al que podemos manipular, modificar, es decir, controlar. Así, lo traumático deja de ser peligroso y al plasmarlo de manera estática le otorgo una dimensión manejable. Es una forma de catarsis.
P—¿En qué proyectos estás trabajando actualmente?
R—En este momento tengo muchos proyectos entre manos. Hay un libro de relatos a punto de salir y una nueva novela y un ensayo sobre migración en proceso de escritura.
Romina Tumini visitará en mayo Granada para presentar su novela. Si te encuentras por allí, no dudes en acercarte. Aquí te dejamos el cartel con la información.
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