«Mamíferos», de Virtudes Olvera (Esdrújula Ediciones)

Uno de los libros finalistas del Premio Setenil 2025

Portada de «Mamíferos», de Virtudes Olvera (Esdrújula Ediciones) junto a unos pétalos marchitos

«Un territorio ficcional hecho de tiempo». Así define Rodrigo Blanco Calderón el universo de Mamíferos, el segundo libro de Virtudes Olvera (Esdrújula Ediciones). La literatura hispanoamericana e ibérica de las últimas décadas parece intentar desentrañar la distancia entre la realidad y el horror, reflexionando sobre los mecanismos que nos permiten distanciarnos de lo macabro sin llegar a negar en su semilla la posibilidad de plasmar lo cotidiano de la vida. En este libro se plantean nuevas preguntas y también nuevas maneras de mirar este asunto. La autora construye un universo ficcional que se alimenta de los métodos tradicionales para cobrar forma pero que adquiere su desvío, precisamente, en su manera de jugar con el tiempo. Y en esto, como bien nos lo hace notar Rodrigo, el suyo se parece a esos entrañables universos ficcionales que de tan verdaderos se han convertido en ciertos, como la Comala de Juan Rulfo, la Santa María de Juan Carlos Onetti o Yoknapatawpha de William Faulkner. En Olvera lo verdadero se alimenta de lo pulsivo y lo animal, la vigorosidad de la vida queriendo seguir siendo vida. El resultado es este conjunto de cuentos que nos empujan a ese territorio difuso de misterio, extrañeza, deseo y disfrute, que es el paraíso al que deseamos viajar (y quedarnos) los lectores. Una obra magnífica que ha quedado entre las diez finalistas al gran premio Setenil de relato, que se falla en las próximas semanas.


Desdoblamiento y precariedad


La literatura siempre ha sido una cuestión de clase. Afortunadamente, se han acabado los tiempos en que se reducía a un grupo de aristócratas y ricachones que escribían para ser leídos por otros ricos. La literatura moderna —y, sobre todo, la producida a partir de mediados del siglo XX— está hecha de criaturas rotas, pobres, marginadas y de paisajes rurales o pueblerinos sin filtro. Mamíferos se suma a esta escritura visceral al acoger ebn sus páginas a un abanico de personajes que están muy cerca de nuestra precariedad y cuya peculiar es la conciencia de habitar un mundo devastado. Sin embargo, a diferencia de otras miradas más catastrofistas, encontramos un fondo luminoso y tierno que nos empuja a quedarnos un ratito más en este universo mágico. Me gusta pensar que el despertar de este tipo de literatura y la posibilidad de diversidad de voces y estilos que alumbra nuestro tiempo, son de las mejores cosas que le han pasado a la literatura en muchísimo tiempo. En esta evolución la entrada con contundencia de una serie de voces femeninas apalencadas en pensamientos sobre la conciencia de clase y la precariedad obrera podrían señalarse como los pilares de una imparable transformación del territorio literario en nuestra lengua. En esta escena, los cuentos de Olvera proponen una lectura auténtica y una reflexión sureña sobre estas ideas.

Entre los rasgos más distintivos de este libro me gustaría empezar por el paisaje. Al margen de alguna referencia geográfica un poco volátil, en general son cuentos que se ambientan en un espacio nebuloso, a mitad de camino entre realidad y universo ficcional. Es en el registro donde hallamos cierta claridad, al intuir en las historias rasgos de la geografía sureña de España. Hay en el color ocre de la visión narradora una intensa proyección del paisaje y la cultura de este sur. Cuando de niña me acerqué al cuento, los primeros autores que cayeron a mis manos eran de Buenos Aires, era bastante decepcionante sentir que la literatura estaba en otra parte. Y entonces conocí a Quiroga, a Di Benedetto, y se hizo la luz. Hablamos poco sobre la importancia de que todo el paisaje esté amparado en la idea que tenemos sobre la literatura nacional. La intensidad y el humor imantados al perfil de personajes que resisten a toda costa mientras el mundo se despedaza a sus espaldas son la medida perfecta de la Andalucía que proyecta su luz sobre estos cuentos.

Olvera aprovecha de forma asombrosa las cualidades del paisaje para intentar una reflexión sobre los límites de lo imaginario. Lo salvaje es a veces una imagen imponente pero también puede ser un milagro sutil. También lo mamífero, que funciona como semilla de la rabia pero también como casa para ejercer la ternura. Por otro lado, en algunos de los cuentos el límite del realismo es débil y parece ser arañado por lo fantasioso al punto de tambalear la propia idea que tenemos de lo real. En esa contradicción también hay animalidad.


RODRIGO BLANCO RECOMIENDA A OLVERA EN SU CANAL


Los buenos comienzos


Virtudes Olvera construye un universo ficticio donde los personajes son atravesados por el tiempo y se encuentran enmarcados en una narración que demuestra un trabajo técnico exquisito. Hay una autenticidad en estos cuentos que me ha resultado impactante. La búsqueda de realismo pero, al mismo tiempo, el deseo de trasladarnos al territorio de lo fabuloso, hacen de esta lectura un regalo precioso. Una lectura que nos hace entrar en el universo de la noche iluminada, como le ocurre a uno de los personajes con las palabras «Era cuando a su mente acudían luciérnagas de inteligencia; chisporroteos de ideas o pensamientos que no alcanzaba del todo a vislumbrar». La epifanía del lenguaje iluminando, transformando la rutina, la vida, es uno de los ejes que concatenan estas historias donde el tiempo, lo que nos hace y lo que hacemos con él, funciona como un elemento a veces visible, a veces, oculto.

Olvera trabaja con profundo acierto los comienzos. Esas primeras palabras que en un cuento son determinantes. En algunos, la precisión nos dirige hacia un relato más descifrable; en otros, el juego poético nos adentra en el territorio de la duda y la extrañeza, donde reside la matriz del horror. «Si hiciéramos un corte transversal de la tierra, veríamos las capas»// «Vente conmigo, que aún es de noche y por las noches son los lobos»// «Por aquellos años Madrid era una almáciga, un semillero de familias que llegaban como manadas sedientas»// «De niño me pasó algo». Esas primeras palabras bastan. Y ya estamos dentro.


Portada de «Mamíferos», de Virtudes Olvera (Esdrújula Ediciones) junto a unos pétalos marchitos
UN LIBRO ENTRE LA TRADICIÓN Y LA EXPERIMENTACIÓN


Lo experimental y lo animal


Entre los elementos que podrían funcionar como un posicionamiento estético y que caracterizan la poética de Olvera, Rodrigo Blanco señala «el uso magistral que hace de la elipsis». Y es que en este libro lo no dicho parece estar en el centro del cuento. Para hablar de la elipsis en Mamíferos habría que ir más allá de lo técnico o lo sintáctico, de la omisión de palabras o hechos, y entenderla en un sentido más amplio, como una forma de concebir la experiencia humana donde la memoria y el lenguaje dirigen la narración y terminan revelando algo que está por encima de ella. En Olvera, entonces, el manejo de la elipsis no funciona como un vacío sino como un espacio de resonancia: lo que no se narra o no se explica directamente se convierte en el verdadero núcleo de lo que se comunica.

Uno de los problemas que surge ante una realidad que pretende ser equitativa y diversa es la dificultad para tratar determinados temas y temer el tono. En ese sentido, mucha de la literatura contemporánea corre el riesgo de convertirse en panfletaria ante el miedo de adoptar líneas o perfilar personajes que rompan con ese deseo de equidad. Creo que en ese sentido también hay valentía en este libro. Olvera se atreve a tocar temas difíciles de una manera cruda y juega con nuestra capacidad de interpretación a la hora de posicionarnos. Es un libro donde hay denuncia y que intenta mostrar una actitud de clase pero donde también se intenta plasmar la naturaleza salvaje de la pulsión animal. Esa valentía hace de este libro una lectura todavía más interesante.

El libro cierra con un cuento que se sale un poco de la línea general por su carácter experimental. Si bien, como ya hemos señalado, hay un trabajo experimental en forma y fondo a lo largo de todo el libro, en este cuento se nota con mayor intensidad. Dos voces narran, se interrumpen, y construyen con más contundencia que nunca ese universo hecho de tiempo que con tanta lucidez nos ha anunciado Rodrigo en el prólogo. Creo que es una lectura que da más de lo que promete y que, en esa genialidad reside su valía. Mamíferos es un libro magnífico, entretenido y con una pizca de horror crudo que le ha valido sentarse como finalista del Setenil junto a otros grandes libros de cuento publicados el último año en España. ¡No se lo pierdan!


Portada de «Mamíferos», de Virtudes Olvera (Esdrújula Ediciones) junto a unos pétalos marchitos
MAMÍFEROS. VIRTUDES OLVERA. ESDRÚJULA EDICIONES. 2024

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