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Las casas están en el centro de la obra de Gema Nieto. Lo asombroso es que en cada nuevo libro se tuerce un poco la simbología y la atención se decanta por una asociación específica. En Casas quemadas, su primer libro de cuentos, publicado por la editorial Plasson & Bartleboom, la simbología podría guiarnos a los puntos de encuentro entre casa-cuerpo, hogar-memoria. Lo relevante aquí, más que lo visible, es la forma en que el tiempo se solapa o estira, transformando la piel de esa superficie. Fantasmas del pasado, secretos familiares, ausencias, desplazamientos, traumas que resurgen y la difícil experiencia de estar vivos en un mundo precario y devastado, son los ejes de un conjunto de historias donde la realidad deja al descubierto su rostro más cruel. Todos estos cuentos sirven para confirmar el talento y la mirada completa y compleja de una autora fabulosa.
Contenido del artículo
Introducción
Gema Nieto trabaja con acierto el territorio íntimo, donde lo familiar y lo doméstico dan pulso a la vida y consigue articular una pregunta sobre los vasos comunicantes entre ese universo diminuto que nos alimenta y las amplias realidades sociales. Su manera de observar el mundo y detenerse sobre asuntos importantes, tales como la gentrificación, la crisis medioambiental, los movimientos migratorios y la alienación laboral, y desarrollar una escritura donde se cruzan ambiciosamente minimalismo y barroquismo. Un lenguaje que se ajusta en cada cuento a lo que la historia pide. Por otro lado, su necesidad de hacer pasar por el arte una pregunta sobre la vida misma, sobre la manera que tenemos de mirar y cuidar a los otros, sobre nuestro miedo tremendo a hacer las cosas de manera diferente a la pactada y, por otro lado, la intención asombrosa de seguir nuestro deseo, otorgan pulso y trascendencia.
Desde el primer cuento, Casas quemadas funciona como un llamado de atención a la observación. Algo está pasando. Algo nos está pasando. Pero estamos mirando hacia otro lado. Como ese primer cuento, durísimo, fabuloso, que aborda la difícil experiencia de acompañar en la enfermedad de una criatura no humana que es el centro de nuestro corazón. Un cuento tremendo pero al que no le falta luz, porque tiene esa deriva dolorosa que provoca la enfermedad ensombreciendo lo cotidiano, pero también plasma con precisión la certeza más linda de todas: «Mientras perdemos el tiempo, las casualidades van tejiendo de puntillas su tapiz». Ese encuentro fortuito con otra criatura, que cambia nuestra vida para siempre. Ya desde que ponemos un pie en el libro comprendemos que será una zambullida escabrosa. Y no salimos iguales.
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| CUENTOS PARA ALIMENTAR EL ASOMBRO |
Perseguir la tensión
Me he estado preguntando por la tensión. En una primera lectura la he reconocido en el potente manejo del tono, que propone un movimiento de tira y afloja a lo largo de cada cuento y que, en una vista satelital del conjunto, da cuenta del desplazamiento de la luz a las sombras con una contundencia asombrosa. Sin embargo, en la relectura he encontrado otro elemento que quiero destacar: la elección de trabajar con escenas íntimas que tienen algún tipo de vínculo con una realidad más amplia; creo que ahí podría estar la clave para interpretar la tensión en este libro. El entrecruzamiento de lo personal y lo colectivo y de lo material y lo simbólico, conduce la intensidad a través de una tensión moral y dolorosa, que nos invita a detenernos en el filo de las cosas y las experiencias para asimilar lo que se nos escapa. Las situaciones extremas a las que muchas veces nos empuja la vida, y que mantiene a los personajes de Nieto siempre en tensión, a punto de. Lo vemos ya desde el primer cuento: «En lo que pensaba, colgado del vacío mientras alguien que no podía levantarse le esperaba en casa, era en cómo insistieron desde el primer minuto en que nada iba a cambiar para ellos».
Si tuviéramos que describir en pocas palabras la obra de Gema Nieto podríamos pensar en la genealogía del dolor, el abandono y la forma en que los desplazamientos apuntalan la experiencia vital; no siempre dándole sentido o iluminándola, pero sí, en todo caso, ofreciendo nuevas maneras de mirar, de vivir a pesar de todo. Tengo una imagen imantada a la memoria que revela el impacto que supuso para mí descubrir su escritura. Una mansión venida abajo, un reloj en el centro de la sala y una niña que baja temerosa por las escaleras porque quiere conocer el secreto del reloj. Esa niña que hemos sido nosotras tantas veces, en otras casas, con otros cuerpos y otras ausencias, pero todas deseosas de salir al mundo y explorarlo, representa en mi memoria lectora una forma de traducir la escritura honda y filosófica de esta autora.
Hay muchas cosas que Nieto hace estupendamente, una de ellas es la metáfora narrativa. En su primer libro de cuentos encontramos un uso interesante de este recurso, que se articula con elementos como casas, muros, habitaciones, pasillos, ventanas como eje físico de la observación, y que se plasma a través de imágenes de doble carácter: físico y metafórico. Edificios que se transforman en organismos vivos, con sus raíces y arterias, y que se asoman al relato para crear un mapa hecho de memoria y lenguaje. La autora consigue así hacer de lo doméstico un puente entre la experiencia abstracta y los movimientos físicos del mundo. Las casas revelan el sufrimiento adherido a las personas que pasaron por ellas, los fantasmas habitan los rincones, las imágenes de otro tiempo iluminan o ensombrecen la realidad actual de las paredes. Este trabajo simbólico da una sólida cohesión al conjunto de cuentos y nos transmite una sensación poderosa de seguridad e inestabilidad, de paz y desesperación. El perfecto equilibrio entre la claridad y el misterio.
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| FOTO: https://www.instagram.com/gemanieto81/ |
Una fábula sobre nuestro tiempo
Encontramos una atención especial a los matices, donde las elipsis y sugerencias articulan el decir y permiten nombrar, a veces de forma directa, a veces a través de un velo gris, la experiencia de la pérdida, las ausesencias, y pensar en la manera en que nos cambian dichas experiencias. En el lenguaje, como he comentado, hay un juego de equilibrio entre una escritura directa y cierto barroquismo, lo que dota de profundidad y elegancia todo lo que escribe Nieto. Aunque tenemos cuentos muy distantes entre sí, la unicidad del libro es reseñable: el ensamblaje permite asumirlos como parte de un mismo universo. En ello el lenguaje tiene una gran relevancia. Y aunque hay una tendencia natural en Nieto a decantarse por un lenguaje realista, resulta interesante la manera en que la autora incorpora elementos fantásticos o misteriosos que provocan una disrupción en esa realidad.
La herida personal de las criaturas que habitan este libro se expande hasta alcanzar lo colectivo. La orfandad opera como eje encadenante de la tristeza como experiencia vital, la precariedad laboral impone unas maneras de vínculo social dañino y la herida íntima provoca una fractura social. En este ecosistema, las casas funcionan como espacios inquietantes donde la identidad se gesta y prepara para entrar en el mundo. Casas donde el fuego está siempre a punto de encenderse; el fuego que también puede hacerlas arder. Los lazos familiares, tremendos, abrasivos muchas veces, operan de eje para revelar el mundo interior de los personajes. «No formaba parte de sus hábitos la expresión de ningún sentimiento», leemos en uno de estos cuentos. Las familias rotas, unidas en el desamor o en la distancia de los abrazos. «El silencio se estableció en la casa como una norma». El silencio llevándose por delante toda posibilidad de encuentro.
La herida personal de las criaturas que habitan este libro se expande hasta alcanzar lo colectivo.
La intensidad ética en los cuentos de Gema Nieto
En estos tiempos en que los lectores tienen una tendencia a la lectura superficial, suelo atender con cuidado aquellos libros que no se amoldan a esta imposición del vértigo contemporáneo y proponen lecturas más hondas, miradas más precisas sobre el mundo. Por eso, aunque intuyo que este cuentario tendrá cierta dificultad por abrirse camino al amplio público, creo que llegará a quienes deba y con contundencia. Noto aquí un gesto de valentía por parte de la autora y el sello que ha apostado por estos cuentos. La intensidad ética, sin duda, es la gran virtud de este libro, que viene a contarnos formas de imaginar que no están en el libro pero que parecen sobrevolar sobre él. Salimos más atentos al mundo que nos rodea, que es, quizá, el mejor empeño que puede proponerse una escritora.
Estos cuentos no sólo nos presentan historias entretenidas sino que buscan interpelarnos, nos quieren activas frente al papel, para volvernos activas en el mundo. Y hay que empezar por las preguntas importantes. Son cuentos atravesados por la memoria íntima y colectiva, con cierta tendencia barroca pero tremendamente contemporáneos. Gema Nieto nos regala un libro que funciona como fábula de nuestro tiempo y que nos invita a pensar en lo simbólico como espacio de pensamiento y de apertura de sentido. Y en el centro, los lazos importantes. La casa que es cuerpo también. «Qué isla definitiva y última de la religión del mundo». Este libro, como una casa, como una isla, donde quedarnos.
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| CASAS QUEMADAS. GEMA NIETO. PLASSON & BARTLEBOOM. 2025 |











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