Inauguramos el ciclo «Martes de Aforismos»

Introducción a un nuevo ciclo que titulamos «Martes de Aforismos» ¡Sed bienvenidas!



Inauguramos el ciclo «Martes de Aforismos»

«A un poeta manso no se le puede llamar poeta». No se nos ocurre mejor forma de empezar este ciclo que citando al grandísimo Vladimir Mayakovski, que desarrolló una poesía concreta que bebe del género aforístico y se ofrece como un caudal fascinante de sentencias líricas y potentes que iluminan nuestro pensamiento. Y hemos querido comenzar con un poeta porque precisamente poesía y aforismo siempre han mantenido una relación estrecha, y son seguramente los dos géneros literarios precursores de todo lo conocido como palabra que viaja. El género aforístico se encuentra vivísimo en nuestros días, y saliéndonos de las chapuzas que hacen temblar al género y que encuentran poso abundante en las redes sociales, tenemos fascinantes autores que lo exploran con oficio y buen gusto. Para invitar a nuestros queridos lectores y lectoras de adentrarse en el disfrute del género hemos creado este nuevo ciclo en el que recomendaremos autores y autoras que trabajen cuidadosamente el género. Pero vamos a comenzar con un breve repaso sobre los fundamentos del género para adentrarnos con mejor pie en este territorio de pasos breves. ¡Bienvenidas y bienvenidos a nuestros «Martes de Aforismos»!.

Origen de los aforismos


Cualquier definición que busquemos del concepto de aforismo nos guiará al mismo punto: se trata de una afirmación concisa con un tono doctrinal, que se presenta como una imposición o un consejo para ser aplicado en el comportamiento. Una sentencia que ha servido para sentar las bases del razonamiento científico y artístico y que tiene más historia que la mismísima escritura.

De sus orígenes se conoce poco, aunque sí sabemos que su tradición es muy antigua. En Acerca de la naturaleza Heráclito de Éfeso ya utilizó un estilo aforístico; y aunque de ese libro sólo se han encontrado fragmentos, muchos lo consideran el gran precursor del género. Posteriormente, el aforismo sería adoptado en sus enseñanzas por Hipócrates, a quien imitarían pensadores de las ciencias y las artes para expresar las bases de sus pensamientos y sus ideas. Y así, a lo largo de la historia, se ha seguido cultivado el género, con un objetivo claro: que el lenguaje sirva para iluminar a las personas acerca de las mejores formas de mirar la vida y de transitarla.

Pero la Historia siempre empieza tarde. Y lo razonable para entender cómo surgieron los aforismos, y por qué constituyen un material más antiguo que la propia escritura tendríamos que irnos a un tiempo antiquísimo. Ante la imposibilidad de consolidar el pensamiento y la filosofía de vida de los pueblos a través del lenguaje escrito, se volvió imprescindible el uso de ciertos trucos donde frases cortas y versos con rima sirvieran para componer un pensamiento que tomando del juego sus pilares, pudiera transmitirse de forma sencilla. De este modo, la oralidad se apoyó en los aforismos para construir una serie de normas y consejos que sirvieran para que los individuos de un mismo entorno cultural pudieran usar de guía en sus vidas.

Historia del aforismo

Los aforismos en la tradición popular


Si indagamos un poco descubriremos que la sabiduría popular de casi todos los pueblos se encuentra atravesada por el género, que ha sabido inmiscuirse tímidamente también en la poética y la narrativa de los pueblos. En occidente tenemos ese subgénero jugosísimo que son los refranes, y representan en sí mismos un trabajo aforístico digno de ser estudiado. Pero no vamos a meternos en este barrial de momento.

En España, un escritor al que se considera fundador del género es Baltasar Gracián, quien dijera «Los malos modos todo lo estropean, hasta la justicia y la razón». Otro importante aforista fue Ramón Gómez de la Serna, que ejercitó sobre todo las greguerías, a las que él mismo definió como una metáfora con humor que nace en el choque entre pensamiento y realidad; que no sólo nos resulta una afirmación hermosa, sino que además aporta absoluta luminosidad sobre la idea de este género brevísimo. De la Serna también tuvo la lucidez de escribir «El libro es un pájaro con más de cien alas para volar», que es otro lindo aforismo.

El género aforístico es muy amplio y no terminaríamos nunca de definirlo, porque es difícil de encorsetar. Greguerías, adagios, apotegmas, proverbios y refranes se consideran subgéneros aforísticos, pero cada uno tiene sus propias reglas y tradición. Sabiendo todo esto podemos concluir con la siguiente idea: se trata de un género suculento y con una gran y diversa tradición. ¡Que vivan los aforismos como raíz de toda nuestra fábula!


2 Comentarios

  1. ¡Interesante sección! Para seguirla de cerca. Enhorabuena 😘

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    1. ¡¡Muchas gracias, Verito!! Ojalá que te guste. Un abrazo.

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