Erika Martínez en «Martes de Aforismos»

En nuestro «Martes de Aforismos» leemos a Erika Martínez.



Erika Martínez en «Martes de Aforismos»

Hay una imagen de Todo cuanto amé de Siri Hustvedt que me persigue desde que leí el libro por primera vez. El protagonista, Leo Hertzberg, un historiador de arte, describe un cuadro. En el centro aparece una mujer sentada en el suelo. En lugar de mirar al espectador, sus ojos se van hacia los bordes del marco, guiando a quien mira a que preste atención a los márgenes. Y allí, justo en el límite del lienzo, se ve el pie de otra mujer, el último paso antes de salir de escena. Tan sólo una pantorrilla y un zapato, pero descritos pictóricamente con lujo de detalle. A Leo le llama la atención ese pie huyendo del foco pero, sobre todo, le interesa la importancia que el artista le ha dado a ese elemento, que parece más cuidado que el resto de la escena. Vuelvo a esta imagen mientras releo Lenguaraz, de Erika Martínez. Pienso que esta imagen también representa su búsqueda literaria. Dice: «Conquistar no las cosas sino su costado». En este nuevo capítulo de «Martes de Aforismos» vamos a leerla de la mejor forma que podamos. No dejes de acercarte a su obra porque es, verdaderamente, una autora fascinante.


Erika Martínez al borde de las cosas


En este nuevo capítulo de «Martes de Aforismos» vamos a repasar la obra breve de Erika Martínez a través de su libro Lenguaraz (Pre-textos). Martínez es una de las poetas y aforistas más incisivas de su generación: una de las voces ineludibles de la poesía española contemporánea. Nadie que ame cualquiera de estos géneros. No, reformulo. Nadie que desee pensar mejor la vida, el mundo, las relaciones, debería dejar de leerla. Por eso, no podía faltar en este ciclo especializado en género breve, brevísimo.

Le dije a Erika hace unas semanas que una cosa que siempre me ha alejado del género breve es ese dogmatismo que parece llevar intrínseco. Ella me respondió que, es precisamente en ese juego retórico y su provocación, donde se encuentra la función crítica del aforismo. Conseguir generar en quien lee una llamada a la acción es quizá lo que debería proponerse cualquier aforismo, mover los engranajes para modificar el entorno.

Pero no es fácil toparse con esta perspectiva. Muchos aforismos parten del dogmatismo y allí se quedan instalados, como gritos soberbios desde púlpitos dorados. En mi caso, tuve que leer a Martínez para entender que había vida interesante en este antiguo género, que no todos los aforistas trataban de hablar desde la certeza. Por ejemplo, al leer los aforismos de Erika todo tu cuerpo siente las palabras; y pienso que es precisamente porque su juego retórico no anida en las respuestas sino en las preguntas. Su búsqueda de sintetizar aquello que no existe, lo que rodea a lo que quiere nombrarse, me parece fascinante. Por eso creo que es un buen ejemplo de cómo debe trabajarse el estilo y el pensamiento en este género.

Lenguaraz es un libro extraordinario, donde la voz está puesta precisamente ahí, en el margen. Se dice desde lo que no se dice. Se habla desde lo que no aparece en la escena. A través de un libro lleno de críticas subterfugias, de suspicacia y de una fuerza insolente demoledora, Martínez consigue llevarnos a reflexionar acerca de muchos de los temas fundamentales de nuestra experiencia vital: la responsabilidad moral, los límites del deseo, la fuerza de trabajo, la desigualdad sexual y, en última instancia, lo absurda que resulta la vida si la pensamos únicamente en términos lógicos o pragmáticos.

En estos aforismos encontramos una obsesión con lo que no se ve, con las intenciones detrás de lo que no aparece. El arte se desvía para alcanzar su centro, dice Martínez y está todo el tiempo tirando de la idea hacia los bordes, evadiendo las palabras que nombran, expresando desde la sutileza de un lenguaje huidizo.

El lenguaje se convierte así en una especie de cáscara o máscara que permite mantener a salvo el misterio. ¿De qué forma consigue la autora este rodeo? Apoyándose en un cuidado de la forma impresionante: dándole la vuelta a la fórmula de las estructuras lógicas, a los razonamientos éticos y morales, y mostrándonos esa hendija por la que se cuela el absurdo, el humor, es decir, el espacio del pensamiento. Así, Martínez construye una serie de sentencias que son lo que no dicen. Y ahí está el gran hallazgo de su construcción aforística.

Cubierta de «Lenguaraz» de Erika Martínez (Pre-textos)

Algunos aforismos de Erika Martínez


Pero lo que más me interesa de este libro son las reflexiones en torno al oficio literario en general y al aforístico en particular. El aforismo como camino de búsqueda, de indagación. Y la selección de aforismos de esta semana se hallan contenidos en esa idea-búsqueda-pregunta.

Cuando leemos los aforismos de Martínez es como si estuviésemos presenciando el sueño de otra persona. Y esto me obliga a volver a la Hustvedt, porque es precisamente lo que expresa Erica (¡bonita coincidencia!), la mujer de Leo, cuando observa el cuadro. Leer estos aforismos es atreverse a usar los ojos de otra manera, a mirar desde otro lugar: la lectura nos obliga a pararnos en los bordes y desde ahí pensar las mismas cosas con otro enfoque. ¡Que nadie se pierda este libro deslenguado de Erika Martínez!


A continuación te dejamos una brevísima selección aforística de este libro de Erika Martínez para nuestra recomendación de «Martes de Aforismos».

«Somos capaces de sentir con cada parte del cuerpo. Quisiéramos poder pensar de esa manera».

«Detrás de cada conclusión hay algo roto».

«Todo aforismo exige su refutación».

«Todas las ratas mueren, esta aforista morirá. Luego esta aforista es una rata».

[Aforismos de Erika Martínez, publicados en su libro Lenguaraz. (Editorial Pretextos, 2014)]

Erika Martínez en Bestia Lectora

1 Comentarios

  1. Tus entrevistas son ilustrativas, concisas, certeras y hermosas. Perfectas para hablar de literatura en un blog de alta calidad expresiva y ética.

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