Entre las poetas rusas más destacadas del siglo pasado se encuentra Bella Ajmadúlina, que también supo labrarse una carrera como traductora y ensayista.
Bela Ajmadúlina nació en Moscú el 10 de abril de 1937 en el seno de una familia de clase media. Su padre era ruso y su madre, italiana. Fue la única hija de aquel matrimonio y creció en un ambiente donde la educación y el arte ocupaban un lugar primordial.
Desde pequeña sintió una gran fascinación por la lírica, a tal punto que comenzó a escribir poemas al poco tiempo de aprender a escribir. De manera contundente se encaminó por un sendero donde el lenguaje y sobre todo el lenguaje poético, le servirían para trascender experiencias y pensamientos, y darse a conocer.
Durante su juventud comenzó a trabajar en el periódico "Metrostróevets" y entabló amistad con Yevgueni Vinokúrov, con quien se leían y ayudaban mutuamente. En esta época publicó su primer libro de poesía, que alcanzaría una gran notoriedad en el ambiente intelectual ruso y le servirían para convertirse en una de las escritoras más importantes de su generación.
En lo que respecta a su vida íntima, Ajmadúlina estuvo casada con el poeta Yevgueni Yevtushenko y con los artistas Yuri Naguibin y Borís Messerer.
Ajmadúlina falleció en Moscú el 29 de noviembre de 2010.
La obra de Bela Ajmadúlina
En la poesía de Bela Ajmadúlina encontramos muchos elementos intimistas que nos invitan a reflexionar sobre verdades colectivas o vitales. El trabajo de la forma es otra de las cosas que llama la atención cuando nos topamos con su poesía. Parecía interesada tanto en el fondo como en la forma de sus versos.
Entre sus libros de poesía traducidos destacados se encuentran La cuerda, Mi genealogía y El jardín. También fue una gran cronista y ensayista. Sus trabajos sobre la obra de Vladimir Nabokov, Marina Tsvietáyeva y Anna Ajmátova le sirvieron para ganarse un lugar ineludible también como teórica literaria.
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