Foto: Diario de Huelva
La Generación del 27 fue quizá una de las más prolíficas de España. En su extenso plantel literario encontramos al poeta Luis Cernuda, cuyos poemas de amor y deseo son algunos de los más significativos del siglo XX.
Luis Cernuda nació en Sevilla el 21 de septiembre de 1902. Siendo niño fue sacudido por las rimas de Gustavo Adolfo Bécquer, lo que lo invitaría a internarse en el apasionante mundo de las palabras.
Estudió Derecho, donde tuvo de profesor a Luis Salinas, quien lo invitó a participar de las tertulias poéticas del momento. Comenzaría entonces un camino de poesía y amistad, que daría pie a una gran variedad de libros y a la creación de estrechos lazos con algunos de los autores contemporáneos, con los que compartiría una visión estética reunida en la Generación del 27.
Durante la Guerra Civil y después del asesinato de Federico García Lorca, Cernuda emprende un camino de exilio que no terminaría nunca. Primero vive un tiempo en Reino Unido y más tarde vivirá en Estados Unidos y en México.
Cernuda falleció el 5 de noviembre de 1963 en Ciudad de México.
La obra de Luis Cernuda
Manuel Altolaguirre y Emilio Prados fueron los primeros en valorar y arriesgarse por la poesía de Cernuda. Perfil del aire, su primer poemario vería la luz en la Imprenta Sur y serviría para visibilizar la voz auténtica de este poeta andaluz.
A este poemario le seguiría obras como Égloga, elegía, oda, Donde habite el olvido, Los placeres prohibidos, La realidad y el deseo y Desolación de la Quimera.
La poesía de Cernuda está entre el erotismo y la rabia; entre la imposibilidad de aceptar su verdadera sexualidad y la esperanza de construirse, aceptarse y vivir en la alegría. Una mezcla de nostalgia y fervor irradia luz a su poesía, que es seguramente una de las más importantes de toda su generación.
La influencia que ha ejercido sobre poetas como Ana María Moix, Francisco Brines o Pablo García Casado, por mencionar estéticas y generaciones diversas, es innegable. Su poesía está más viva que nunca. «Apto solamente en la vida sin muros», escribía Cernuda. Y ahora, finalmente, sus versos vuelan sin censura e iluminan nuestra verdad poética.
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