Recordar. Escribimos para que no se nos esfumen todas las miradas que supimos poner sobre las cosas. «Nadie se recuerda recordando», escribe Jordi Doce en Todo esto será tuyo (Pre-textos) y emprende un cuaderno de registros donde lo cotidiano impregna el valor profundo de las cosas. Escribir para dejar constancia frente a un yo futuro que en este instante pensamos, sentimos, que un día como hoy supimos encontrarle sentido al sinsentido. Un libro fabuloso de citas, aforismos y pinceladas poéticas que nos invitan a mirar, a pensar, a través del recuerdo, y a construirnos a partir de la palabra.
Las palabras que sobran
«¿Por qué raro mecanismo de la memoria los instantes más despreocupados de nuestra vida son los que mejor se recuerdan?» La memoria, su flexibilidad y su pulso, es el gran tema de este libro de Jordi Doce. Un canto a la intimidad, a los pequeños instantes que se esfuman a una velocidad impensable y que, más adelante, serán los chispazos que iluminarán nuestra rutina. La posibilidad de volver a reír como esa tarde, un día cualquiera.
Todo esto será tuyo es un libro que repercute en el fondo de las cosas. Cuando. El adverbio que se repite para dejar en evidencia que las cosas son mientras están ocurriendo. Y en ese espacio se gestan las imágenes poéticas y aforísticas que van componiendo, como si fuese una compleja partitura, esta pieza. Una partitura escrita en un tiempo y una tonalidad aparentemente simples que se verá transformada en el preciso momento de la ejecución; entonces se desvelará su verdad, abriendo un mundo distinto de sonidos nunca antes escuchados. Leemos: «Cuando el aforismo es alfiler que inventa su mariposa». Y se me ocurre que ahí, en la simplicidad del envés, está la raíz de toda esta lectura. Todo lo que contemplamos encuentra su sentido en aquello que no miramos. La vida se puede explicar desde la palabra que cobra vida y construye el labio que la pronuncie.
«Camina siempre un poco al margen, rezagado, para no perderse de vista a sí mismo». Encontramos aquí numerosas invitaciones a la contemplación íntima. Hay quienes se abrazan a la meditación pasiva, que es la que propone cualquiera de las religiones o de las corrientes espiritistas que están de moda, y están los que prefieren la meditación como vehículo de la imaginación y la razón para construir un mundo, o explicarse mejor. Para estos últimos se vuelve necesaria la observación silenciosa, el caminar al borde de la ruta; porque es ahí, en el medio de las cosas, donde estamos, donde crece la posibilidad.
La búsqueda de concisión se percibe en forma y fondo. La indagación de una palabra única que nombre las cosas se acompaña de una limpieza estructural. Frases aforísticas, imágenes concretas y una intención clara del deseo poético se traducen en un libro contundente y transformador; un libro que es un pensamiento que se estira hacia todos los sentidos, intentando llegar hasta el hueso. «Cuando demasiadas palabras no te dejan ver el poema», leemos, y descubrimos un libro que parece entender lo que plantea y que se desespera por desprenderse de lo fútil, de lo inútil, de lo rimbombante. La poética sencilla, que no simplista, de Doce me ha fascinado. Hay una cercanía y una intención humilde en todo lo que leemos; frases e imágenes consiguen llevarnos a lo más hondo de nosotros mismos, para explorar ahí donde las palabras no necesitan nexos ni explicaciones, donde lo que es ES. De este modo, Doce, «Con cada frase va dibujando una boca en el rostro de las cosas».
El lenguaje de la mirada
Hay una pregunta sobre el encuentro con el sentido. ¿De qué manera podemos conocernos? ¿Existe la posibilidad de entender qué somos y por qué? A través de la escritura de sus diarios, Doce, ahonda en aquello que condiciona nuestra mirada y trata de asirse a un lenguaje que le permita ordenar el mundo. «Sólo por tanteo, por aproximación, podemos aspirar a explicarnos». En esa búsqueda, la escritura es puerto pero es sobre todo el modo elegido del viaje. «Toda escritura es tardía por definición». Y una cosa que me ha interesado mucho: la forma en la que entendemos el mundo surge de los malentendidos de la experiencia, de las lecturas. Existe la pulsión de explicar todo ese nudo que nos forma, pero no estamos seguros de conseguirlo. «La ruina, el fragmento, el agregado de restos y retales, están inscritos en una mirada que se declara incapaz de poner orden o sentido en lo que ve».
Me ha gustado muchísimo una anécdota sobre su relación con la traducción. Su fascinación infantil con un poema traducido que recién muchos años después entendería que portaba un significado bien distinto. ¿Niega el descubrimiento de la verdad esa primera impresión, esa fascinación? Muchas intrigas como ésta se asoman a estas páginas. Estamos hechos de esas malinterpretaciones. Aceptamos la verdad en la boca de otros. Confiamos. La confianza depositada en quien nos habla, que es también la que ponemos al acercarnos a este libro, quizá sea la actitud más hermosa que podemos tener. La lectura como la posibilidad de aprender en la boca de otro, incluso una verdad torcida. En torno al oficio de la traducción y a nuestra relación con el lenguaje y la literatura encontramos extraordinarios aforismos. No debemos olvidar que Jordi Doce, además de poeta, es un fructífero traductor.
Pero ¿qué importa más que el poema? ¿Qué forma puede permitirnos encontrar el mundo en una semilla que lo poético? Ya lo han dicho tantos antes. Montalbetti tiene un libro extraordinario que se llama El pensamiento del poema (Kriller 71 Ediciones) en el que leemos: «Lo innombrable es lo que fuerza y dirige la actividad poética como forma de pensamiento». Creo que eso es lo que encontramos en este libro fascinante de Doce: la posibilidad de pensar desde el juego de la palabra y su sentido. El poema como luz, chispazo que refleja el mundo interior. «No me interesa el poema como una forma de sueño lúcido», escribe Jordi. A mí tampoco.
TODO ESTO SERÁ TUYO
JORDI DOCE
PRE-TEXTOS 2021
JORDI DOCE
PRE-TEXTOS 2021
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