«En vecindad, no en compañía», de Diego Medina Poveda (Siltolá Poesía)

El dolor de la infancia y el fogonazo del lenguaje.

Reseña de «En vecindad, no en compañía» de Diego Medina Poveda (Siltolá)

«Estoy pariendo un mundo en estas páginas / para que tú las leas y te salves». Hay libros que se derraman sobre nosotros con la firmeza de la luz de una antorcha en una cueva oscura. Hay palabras que nos sacuden y nos vuelven incomprensible la tristeza. La poesía de Diego Medina Poveda tiene esa cualidad de promesa luminosa y su nuevo libro, En vecindad, no en compañía (Siltolá Poesía), que hace pie en esos versos hermosos de Claudio Rodríguez, consigue con exactitud esta intención. Un poemario que es conquista del espacio íntimo como modo de supervivencia frente a un mundo consumista y frívolo.


Espejo y construcción de la memoria


El primer poema de En vecindad, no en compañía es el relato brutal de un niño que maquina su suicidio, ante la imposibilidad de seguir aguantando la violencia de sus congéneres. Unos versos potentes que nos anuncian que lo que vamos a encontrarnos aquí es una reflexión honda sobre los males de nuestro tiempo, pero con esa visión intimista y cercana que cobija toda la poesía de Diego Medina Poveda. A partir de ahí todo será inquietud y desconcierto.

La infancia está muy presente en la poética de Medina. Hay una insistencia en la pérdida, en la orfandad, en el padre que se fue antes de tiempo, en las rotas posibilidades de la primera ternura, y es la infancia herida el gran hilo conductor de toda su poesía. Todo esto repercute en un tratamiento especial de la ternura: la palabra encantada para nombrar el llanto primigenio.

En vecindad, no en compañía afronta ese tema desde un lugar distinto. La mirada sobre esa infancia se encuentra tejida desde el presente. Se nos presenta el pasado como una valija de imágenes y experiencias«La infancia es un espejo de memorias»— pero también como una construcción imaginaria—«Hay palabras / marinas con raíces en la tierra / hay tiempo en este barro de las manos»—. Imposible no ver aquí la poesía como una posibilidad creativa, no sólo de lenguaje sino también de identidad; la poesía que salva, que se escribe para salvarse en primer lugar, pero también que encierra la esperanza de salvar a otros. Imposible no hallar en el eco de los versos de Medina el deseo de abrazarnos a una percepción nueva de nuestro propio pasado.

Seguimos avanzando y somos atravesados por una poesía que entronca con lo mejor de la poesía social. Aquí forma y fondo se funden para otorgar música y sentido a los poemas. Otra cualidad de Medina es la persecución de un estilo propio donde mensaje y estructura conviven en íntima armonía.

En lo que a fondo respecta desde su título este libro plantea una inquietud densa sobre la sociedad contemporánea; encontramos interesantes reflexiones sobre las casas de plástico de Ikea, sobre las formas de entender nuestra existencia afrontándola desde un lugar de inmediatez y materialidad y también reflexiones en torno a nuestras dificultades para discernir la luz del deslumbramiento.

El gran acierto de este libro está en el tratamiento del dolor íntimo como herencia colectiva. Hay una herida que se transfiere, que es intimidad de infancia truncada que recrudece el miedo y confirma la desolación que supone nuestra vida. Esa herida que es absorbida por el sistema para conducirnos por ese pasillo oscuro sin salida. Y me viene a la cabeza un poema sobre la visión del amor en el contexto de la sociedad de consumo: un poema rotundo, que combina ironía y desazón. Un poema brutal contra el consumismo, con ese juego de contradicciones que la poesía permite y que desemboca en un mayor entendimiento del mundo. «Amor en las ofertas del mercado, / amor por las histerias colectivas, / amor por las farmacias y sus fármacos».


Reseña de «En vecindad, no en compañía» de Diego Medina Poveda (Siltolá)

El otro, que está lado pero no conmigo


Encontramos muchas preguntas en torno al comportamiento contemporáneo. En un poema, por ejemplo, el poeta se queja de que sus amigos le reprochan una vida de encierro. Es un poema que expone una realidad: vivimos tiempos en los que el viaje se ha vuelto obligatorio, pero no con la tradición que dicho movimiento supone sino con la ambición de abarcar territorios sin intención real de conocerlos realmente; esta dualidad extraña que propone el capitalismo de vida monótona a la vez que cambiante que quizá sea la peculiaridad que lo sostiene en pie. Esto impulsa el desconcierto del poeta, que intenta asirse a otro movimiento. «¿Con qué avión / —pregunto a mis amigos—, de qué forma / se puede conocer todo el paisaje / del planeta que existe en las personas?».

Y, precisamente, planetas y galaxias son los símbolos que atraviesan el libro para acercarnos una construcción lírica del interior humano. «No saben que mi alcoba / es la extensión total de una galaxia». La hondura del pensamiento y la voz lírica de Medina son dos elementos que se imponen y nos recuerdan que la poesía tiene esa doble capacidad de agitar nuestra mente y nuestros sentidos.

Este libro es también una propuesta: construyamos una casa donde sea posible la esperanza y la ternura. «Yo estoy seguro, y ellos también lo saben, / que otro tipo de hogar es necesario». Tenemos una nana para un niño imaginario y fragmentos amorosos que invitan a empeñarse en esa búsqueda. Porque «helada está la casa que no es nuestra / pero son nuestras siempre las palabras». Me parece tan acertada como emotiva esta idea: las palabras que pueden salvarnos del frío. Creo que este poemario tiene mucho de eso.


Reseña de «En vecindad, no en compañía» de Diego Medina Poveda (Siltolá)

Sinestesia y poesía


La creación desde la sinestesia, la posibilidad de construir mundo profanando los bordes del sentido , es otra idea que se repite y nos estalla en la cara. Es probable que la poesía sea la expresión artística más vinculada a la experiencia sinestésica. Cierta poesía, como ésta, donde encontramos esa confusión de sentidos y colores, esa manera de captar el mundo con un lenguaje que no es de este mundo. Un trabajo de feliz armonía entre lo que la realidad muestra y lo que el lenguaje intuye desde los sentidos.

Medina nos ofrece numerosos poemas sobre la creación poética, la experiencia estética desde la creación y la palabra que viene a abrir nuevos caminos. La poesía aparece aquí primero como salvación íntima. «He encendido en mí estrellas que son nombres / que alumbran con las luces de los versos / este espacio interior que habito solo», pero con el tiempo se convierte en posibilidad creativa, en la idea de que existe una forma de salvar a otros. «Soy el que espera paciente el fogonazo».

La poesía de Medina ha ido sucediéndose y evolucionando de una forma sorprendente. En poemarios anteriores, como Todo cuanto es verdad y El mar de Iroise, se notaba una mayor insistencia en la tradición. Y esa constancia ha dado sus frutos. Este libro también destaca por su forma. Sin abandonar el verso endecasílabo, que quizá sea su gran registro, construye poemas que rítmicamente se notan más libres, cuyo ritmo está dado por los sonidos pero no por la forma de los versos. El verso se interrumpe, pero los tiempos son los mismos, esto le otorga a su poesía una frescura y una autenticidad fabulosa. Conocer la tradición para romperla. En su poesía se nota el profundo entendimiento de la tradición y su deseo de volcarla, sacudirla, y adaptarla a los tiempos y a su propia indagación poética. También en la forma encontramos sinestesia.

Si existe algo que pueda salvarnos, que es lo que muchos todavía no tenemos muy claro, seguramente sea un poema, una palabra, un abrazo, una contención íntima de palabras y voces. Cerrar los ojos, aferrarnos a ese mundo pequeño pero cierto es el gran consejo de este libro, y en su ejecución, todas las posibilidades. Se me ocurre que no sería mala idea aprender a vivir en compañía desde este libro maravilloso de Diego Medina Poveda.


Reseña de «En vecindad, no en compañía» de Diego Medina Poveda (Siltolá)

EN VECINDAD, NO EN COMPAÑÍA
DIEGO MEDINA POVEDA
SILTOLÁ POESÍA
2022

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