El niño y el bosque. «Monfragüe» de Javier Morales (Tres Hermanas)

Fascinante novela que nos invita a reconectarnos con la naturaleza.

Portada de «Monfragüe», de Javier Morales (Tres Hermanas)
«Monfragüe», de Javier Morales (Tres Hermanas)

«Tenemos pavor a la libertad. Sentimos nostalgia por lo que hemos dejado en el camino y ya no volverá». Pero el miedo no siempre paraliza, o no para siempre. Y la libertad está llena de posibilidades. Así lo experimenta el protagonista de Monfragüe, de Javier Morales (Tres Hermanas), que regresa al mundo de su infancia para reconstruir un hecho que le ha marcado brutalmente con el deseo de entender y perdonarse. Es una novela maravillosa en la que Morales combina su pasión por el medioambiente con una historia con tintes de misterio y de relato autobiográfico, y donde la escritura aparece como paliativo contra la vergüenza y la rabia de la infancia. Al terminarlo dos certezas rotundas se quedan con nosotros. La primera de ellas nos dice que todos nuestros problemas nacen de la violencia. La segunda, que por mucho que nos alejemos de la tierra tarde o temprano volveremos a ella; la pregunta es cuándo. Quizá la invitación sea a regresar en sentido figurado antes de que nos toque hacerlo en sentido literal. Que nadie se pierda esta novela bellísima, que viene a recordarnos el mágico narrador que es Javier Morales.


Una novela bellísima que viene a recordarnos el mágico narrador que es Javier Morales.

¿Cómo acercarse a la infancia y resolver la vergüenza y el dolor de los silencios de aquel tiempo complejo? Ésta pregunta ronda la escritura de esta novela. Un escritor regresa a su pueblo natal, Verania, con el deseo de escribir sobre el buitre leonado y la asombrosa biodiversidad del Parque Nacional de Monfragüe. No. Lo que verdaderamente persigue en su escritura es la reconstrucción de su pasado y el deseo de reencontrarse con su yo niño para aliviar su mayor herida.

Partamos de una idea fascinante: Morales nos invita a pensar en la escritura como una aliada para reconstruir el relato de lo que somos. Y en ese trabajo de identidad la relación con la naturaleza, la responsabilidad sobre la vida de los bosques, es un ingrediente fundamental. Su trabajo ecologista, que ha quedado demostrado en sus maravillosos ensayos El día que dejé de comer animales y Las letras del bosque, ambos publicados en Sílex Ediciones, está muy presente también en esta novela.


Cubierta de «Monfragüe», de Javier Morales (Tres Hermanas)
Javier Morales es un escritor comprometido con el medioambiente

Morales es un escritor comprometido que hurga a través de esta historia en la huella medioambiental y el gran impacto de la violencia en ella. Quizá si pudiéramos desprendernos de las actitudes brutales que se alimentan de los mandatos sociales, podríamos tratar de una forma más amable y más comprometida a la naturaleza. Los buitres leonados sólo se acercan a los que están muertos. No hieren la vida. Aprende el protagonista. Y quizá tenemos algo que aprender nosotros también ahí.

«La vergüenza es un acto revolucionario». Esta cita de Marx que es la puerta de entrada a esta novela nos sirve para entender enseguida el peso que carga el narrador: un pasado en el que no tuvo la valentía de enfrentarse a otro niño para proteger a su mejor amigo. El acoso escolar es el gran tema del libro y está tratado de una forma descarnada, mostrándonos algunos matices que muchas veces se nos escapan al pensar en este tema. Pienso que en ese sentido es un libro valiente y comprometido.

Portada del nuevo libro de Javier Morales, publicado por Tres Hermanas
Javier Morales publica su novela «Monfragüe» con Tres Hermanas

El protagonista, como decíamos, regresa al lugar donde la vida se rompió para siempre para entender, para que el lenguaje y la naturaleza le sirvan de espejo y le ayuden a encontrar el perdón. Ese viaje de exploración interior nos permite arribar a una de las principales reflexiones de la obra, que tiene que ver con la pregunta sobre el origen de la violencia masculina y su estrecha relación con la infancia. Morales analiza a través del narrador el comportamiento de los acosadores, y se centra en aquellos que no son quienes originan la violencia, pero que la ejecutan porque se sienten también presionados, quienes aceptan su lugar de cómplices asumiendo una doble violencia: con el acosado y con ellos mismos (se desarrolla desde el primer instante una violencia interior condicionada por la doble moral que interioriza el individuo). Y en ese aspecto es una novela que nos ofrece muchísima luz para comprender mejor uno de los problemas más brutales y complejos de nuestra realidad.

Este viaje al pasado tiene una meta para el protagonista, acercarse al Parque Nacional de Monfragüe para despedirse de Marcos. Al principio no entendemos qué ocurrió, pero sabemos que fue allí donde se rompió algo importante en la psique del narrador. A medida que avancemos en la lectura iremos descubriendo más. Porque Morales nos va ofreciendo a cuentagotas las certezas y maneja con maestría la tensión, por lo que una vez que entramos en la historia no podemos despegarnos: queremos saber más del narrador y de su relación con ese amigo de la infancia al que a veces nombra en tercera persona y por momentos le habla directamente. Aunque en un principio leemos que el deseo del protagonista es «despertarme de nuevo y cambiar ese día», poco a poco entendemos que su búsqueda es otra. O quizá él también lo comprenda por el camino. El caso es que pronto se desvela que el gran desafío supone un cambio de perspectiva, y que no se trata de conseguir volver —ese imposible— sino de aprender a mirar con los ojos de la infancia su nueva realidad. Pero para eso deberá resolver a acomodar la memoria del pasado. Volver a mirar el bosque y la naturaleza para aferrarse a la posibilidad de construir un futuro distinto.


Volver a mirar el bosque y la naturaleza para aferrarse a la posibilidad de construir un futuro distinto.

El pasado, en ese sentido, ocupa el eje de la narración, y Morales hace un interesante trabajo con él. «No sé si cualquier tiempo pasado fue mejor, pero nos empeñamos en que lo parezca», reflexiona el narrador. El alimento del relato es el bosque, es el lenguaje, dos herramientas que sirven para aprender a relacionarse con la infancia y con el paso del tiempo desde un lugar de resiliencia. Sin lugar a dudas, Morales ha conseguido una novela preciosa que, además de permitirnos entrar en una historia conmovedora, nos invita a pensar nuestra propia relación con la memoria íntima.

La ternura de la infancia persiste en el narrador, que ha sabido trascender la violencia y construir una nueva forma de relacionarse con los sentidos, donde la empatía hacia los otros es el epicentro. «Las vacas son mis animales preferidos. Con el tiempo, pasarán muchos años, dejaré de comerlas y de vestirme con su piel». No se puede obviar en la lectura que Morales es extremeño y que su relación con el paisaje ha ido evolucionando con los años, en lo vital y en lo literario. Esto nos decía en una entrevista: «Creo que el lugar donde nací, Extremadura, donde la naturaleza tiene aún una presencia fundamental en el paisaje, tuvo mucho que ver con ese vínculo hacia los bosques».

Antes de terminar cabría proponer otra posible lectura. Quizá Marcos podría tratarse de una versión infantil del propio narrador. Y en ese sentido, la historia sería un viaje abstracto al pasado, al reencuentro del niño que fue para recuperar la conexión con la naturaleza de aquel tiempo, pero desde otro lugar. Siguiendo en esa línea podríamos leerla como un tratado fabuloso sobre ecología y sobre la estrecha relación que existe entre la violencia y la huella medioambiental: quizá si erradicáramos la brutalidad de nuestras relaciones podríamos mejorar nuestra relación con los bosques. ¿Qué nos dice esto? Que es un libro lleno de posibilidades y del que podríamos extraer numerosas lecturas, y todas interesantísimas.

Y no me quiero olvidar de algo más. Monfragüe es una novela maravillosa que también está llena de libros, como siempre nos ocurre con Morales. Camus, Coetzee, Beckett iluminan la voz del narrador, y también se abren frente a nosotros como mundos que visitar. Sin duda, Javier Morales acaba de publicar una novela tierna, intensa y fabulosa, que a nadie dejará indiferente.


«Monfragüe», de Javier Morales (Tres Hermanas)


MONFRAGÜE
JAVIER MORALES
TRES HERMANAS
2022

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