«Una buena hora», de Alejandro Simón Partal (Visor Libros)

Un poemario sobre la esperanza de la palabra en el presente.

«Una buena hora», de Alejandro Simón Partal (Visor Libros)

En su libro Entre lo fijo y lo mudable, Adonis ofrece una interesantísima reflexión sobre la relación que establecemos con la idea del tiempo. ¿Qué nos queda del pasado? ¿En qué punto se puede encontrar equilibrio entre la experiencia y lo desconocido? En este libro, que hace hincapié en las muchas formas en las que se ha intentado doblegar la creatividad para ponerla al servicio de una idea religiosa, Adonis nos lleva a reflexionar sobre la importancia de tener cierta flexibilidad sin olvidarnos de la herencia. Quizá en ese equilibrio residan nuestras posibilidades de evolución. En una época en la que cada vez más se habla del tiempo relativo, y se intenta desarticular la vida de lo vivo, es necesario volver a esas lecturas para recuperar cierta cordura. El tiempo no existe, les gusta decir a los relativistas. Falso. El tiempo es una construcción. Verdadero. El tiempo es una construcción en base a una experiencia, y eso es lo que nos importa. La percepción existe porque primero hubo un flechazo con una experiencia. Una experiencia es marca en el cuerpo. Esto es lo que sabemos. Y, si bien puede que existan muchas posibilidades de universos paralelos y nosotras podamos habitar varios de ellos (a través del arte y de los sueños), el único cuerpo que tocamos es éste, y para él el tiempo es algo específico, lo contabilicemos o no. Los días y sus noches. La flexibilidad, quizá resida en pensar el presente como un espacio de fusión entre pasado y futuro, un agujero de gusano que interrumpe la progresión de las cosas y nos permite pensar la vida desde otra perspectiva. La vida y lo vivo son elementos preponderantes del poemario Una buena hora de Alejandro Simón Partal (Visor Poesía). No dejes de leerlo.


La vida y lo vivo son elementos preponderantes del poemario Una buena hora de Alejandro Simón Partal.

En Una buena hora todo es presente. El presente, que es el momento en que la voz poética entorna los ojos y habla, se matiza con elementos del pasado, pero nunca pierde firmeza. Hay dos formas de hablar del pasado. Desde la melancolía insoportable de haber muerto o desde la convicción de que lo vivido permanece, de que en el presente se conjugan todos los instantes de la vida. Alejandro Simón Partal lo hace desde esa última perspectiva. No hay tristeza por lo perdido, sino la sensación de haber conseguido llegar hasta aquí gracias al pasado. Lo vivido, entonces es legado, es una puerta que abrió otra y otra, hasta ésta. Una sucesión de experiencias que alimentan la experiencia del presente. Una buena hora es el presente en su sentido amplio: donde todos los tiempos se solapan a través de la memoria. Cualquier hora es buena si es presente. En el hoy, todo lo vivido y las posibilidades en el horizonte.

La poesía de Alejandro Simón Partal es un desgarro que abre surcos en la realidad; no para explicarla, sino para extraer de ella el temblor de la experiencia. «No es el amanecer otra cosa / que un intento terrestre / hacia lo divino», leemos. Las imágenes se superponen. La voz poética es un rostro asombrado frente al paso del tiempo y el sobrevenir de las experiencias. Una voz que se reconoce entre los «seres pequeños o necesitados» y que ansía vivir un poco más. No desde la perspectiva del que ambiciona tiempo sino desde el cuerpo que ha sufrido y quiere un respiro. «No pido un resucitar futuro / sino un no morir más», leemos. Una voz que revisa la experiencia y pide «un cuerpo sin dolor» para regresar a mirar el mundo con los mismos ojos de otro tiempo, pero sin desvincularse de la experiencia. Volver a mirar las cosas como «cuando todo esto era sagrado».

En la experiencia dolorosa, la amistad aparece como refugio. La amistad que es la posibilidad de ser queridos y de tener una mano que aferre la nuestra. Leemos: «Quizá no haya sido feliz, / pero sé que este es mi tiempo, / que tú eres mi amigo». La poesía de Alejandro Simón Partal se hunde en el corazón de la vida, atraviesa la costra de hielo, de sangre coagulada que nos va acumulando la vida en el cuerpo, y consigue rescatar la inocencia. Un trabajo interior que se enriquece de las experiencias amorosas, de la cercanía con los otros. ¿De qué nos sirve el tiempo si no somos capaces de mirar con ternura a otras criaturas? Y leemos: «Amar es concretar una evidencia, / que tú me mires y yo exista».


La poesía de Alejandro Simón Partal se hunde en el corazón de la vida.

La poesía es grito enjaulado, pero a veces es también plegaria. Lo es en este libro fascinante. El paso del tiempo araña nuestra psique recordándonos nuestra cualidad de mortales, y la poesía permite cauterizar las heridas para que este estar no sea una convalecencia constante. La poesía permite poner en palabras las inquietudes más profundas y componer una oración contra la muerte. La única forma de sobreponernos a ella es aquí estrechar la mirada, entornar los párpados y saber encontrar la maravilla en el aquí y ahora, en el indicativo. «Por qué, Padre, no me ofreces aquí mismo / las cosas concretas del alma». En esa plegaria encuentro un esfuerzo por entender el mundo de los otros, los que viajan mirando la belleza con lejanía, con cierto desinterés. Hay una desesperada intención de comprender esa otra forma de vida, como si algo de ella pudiera otorgarnos paz. La forma en la que Alejandro Simón Partal construye su credo es impactante: conocer de los otros lo que a mí me ha sido negado, para entenderlos, parece el gran cielo de esa plegaria. Más adelante leemos: «Acércame a los que se abandonan, / a los que temen de la vida / lo que para nosotros es la vida».

Finalmente, Alejandro Simón Partal nos ofrece un poemario donde el deseo de la poesía es poner en el mundo una mirada de esperanza. Porque «en nada quedará la noche», pero la palabra puede ser salvavidas, y puede acercarnos a la materialidad del presente para nombrarlo. En ese aquí y ahora, que es presente, hay pasado, y también en él se encienden todas las posibilidades del futuro. Construir un presente que cohabite en el espacio temporal del pasado y el futuro podría ser una gran manera de transitar este mundo. Estar aquí y ahora con la experiencia viva y el deseo intactos. Y creo que ésa es la gran invitación de este poemario extraordinario. «Sobre la posibilidad de lo ausente / pongo el corazón».


La poesía de Alejandro Simón Partal

UNA BUENA HORA
PREMIO DE POESÍA HERMANOS ARGENSOLA 2019
ALEJANDRO SIMÓN PARTAL
VISOR LIBROS
2020

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