La influencia de Málaga en la creación poética

Son tiempos críticos para la poesía; sin embargo, en la Plaza de la Marina, es viernes por la tarde y somos varios los que aguardamos la llegada de Rafael Ballesteros —Jacinto. 1993-2008 (Renacimiento)—, Virginia Aguilar —La escala de Bortle (Bartleby)— y Álvaro Galán Castro — Plenitud y vacío (Visor)— que conversarán en torno a lo que supone escribir poesía en Málaga. Una mesa redonda que tendrá como moderador al poeta Víctor Bayona —A ciencia cierta (Sr. Scott)— y que organiza el Centro Andaluz de las Letras, representado esta tarde por Fernando Jiménez. Un encuentro mágico en torno a Málaga y la escritura.

¿Es contradictorio escribir poesía en estos tiempos? Bayona lanza la primera pregunta. Y la conversación deriva hacia el clásico enfrentamiento entre ciencia y poesía. Los tres poetas comparten la idea de que no existe tal oposición. «Hay científicos que han creado elucubraciones llenas de poesía y viceversa», dice Rafael Ballesteros. Virginia Aguilar, quien en su último libro ha ofrecido una reflexión entre la mirada científica y la mirada poética sobre el universo, dice que se inspira en hechos científicos para escribir algunos poemas. «Ciencia y poesía recurren a metáforas» para llegar a encontrar cierto sentido y por eso no deben pensarse como disciplinas opuestas. Y Galán: «La poesía y la buena ciencia son una respuesta frente al asombro».

El asombro estará muy presente a lo largo de la conversación, como también la importancia de Málaga en sus respectivas carreras poéticas. Aguilar señala la gran importancia e influencia que tuvo para ella el conocer a sus antecesores. Y el entusiasmo que se respira tiene mucho que ver con la ciudad, porque en Málaga «hay una fuerza que ha mantenido vivo el espíritu poético». Galán afirma que la tradición ampara el surgimiento de la poesía y dice que en su poesía es fundamental la ciudad de Málaga; sin embargo, «tampoco quiero pecar de patriotismo malaguita», porque, en realidad no existe una exclusividad geográfica para el talento y el oficio literario, concluye.

Rafael Ballesteros, quien comenzó su carrera literaria en un tiempo en el que las posibilidades para la poesía eran grises, recuerda estas palabras de su amigo Rafael Pérez Estrada para hablar de la evolución que ha vivido la poesía: «Tenemos el mar. Tenemos a Emilio Prados. Nos falta la universidad». Si bien ha habido muchísimos cambios positivos para la visibilidad poética y en las últimas décadas se ha dado un acercamiento importante entre la Universidad y los escritores, todavía «falta el apoyo material a la creación», una pieza fundamental para mantener viva y en pleno desarrollo la poesía en Málaga, afirma.

No existe la pasión si no hay duda. Lo que nos define no son nuestros aciertos sino nuestros tropiezos, nuestros balbuceos. En el centro de la creación poética está la duda. Los tres poetas comparten este elemento en su estética, porque escriben para hacer preguntas y no tanto para buscar respuestas. La poesía que se manifiesta desde la inquietud es la que tiene más posibilidades de permanecer en el tiempo. Pero la duda puede adoptar diversas formas, y Bayona quiere saber cómo es la relación de cada uno con ella.

Para Galán la duda es una compañera constante, porque en determinado momento son las que te sostienen, aunque «te das por satisfecho con saber que no vas a saber nada».

La forma en la que Ballesteros se ha relacionado con la duda ha ido cambiando con los años. Cuando era joven pensaba sólo en encontrar respuestas frente a una realidad agobiante pero ahora se enfoca en las preguntas. Dice que entonces, en el período franquista y cuando recién había terminado la guerra, «la realidad no era difícil u oscura, era tremenda» y los sentimientos eran muy fuertes: «tenías una angustia que te hacía pensar que eso iba a durar para siempre». Escribir en aquella época era una necesidad imperante, para encontrar un poco de alivio o de luz frente a esa realidad. Pero las dudas no se fueron, porque cualquier escritor que tenga un nivel de exigencia fuerte, generalmente, duda. Sólo que, a medida que fue ganando técnica, hizo un acopio de lecturas y comenzó a relacionarse con otros literatos, consiguió aprender a relacionarse desde otro lugar, procurando enfocarse en la formulación de las preguntas más que en las respuestas.

Aguilar dice que es importantísimo partir de la duda, y desde la humildad, «poner en duda todo, hasta lo más obvio», dice. Y agrega que es muy importante y muy sano contrastar, tener humildad en el proceso creativo y no seguir adelante cueste lo que cueste, si hay algo que no encaja o que nos genera inquietud. Compartir lecturas con otras personas y aceptar opiniones que puedan hacer tambalear nuestros proyectos puede ser sumamente enriquecedor para nuestra evolución.

Para terminar, Bayona les pide un consejo para alguien que esté planteándose dedicarse al oficio poético o desandar sus primeros pasos en la escritura de poesía. «Voy a decir cómo lo he hecho yo», dice Aguilar, y cuenta que uno de los primeros poetas que la cautivó fue Jesús Aguado. Leía sus poemas y los escudriñaba con el deseo de entender el modo en que la escritura surgía, una actitud que todavía mantiene. «Me preguntaba: ¿Esto cómo está hecho?» A partir de ahí vinieron otras lecturas que la ayudaron a ir encontrando su propia voz. Considera que leer es fundamental para abrir el campo. Y no sólo leer poesía, sino también otros géneros. Una forma de intentar entender cómo funcionan las cosas para poder construir tu propia poesía. Ballesteros también afirma que la lectura es la mejor maestra, y que «pasar de lo más realista a los escritores más surrealistas» puede ser una forma maravillosa de emprender este camino de creación poética. También el consejo de Galán apunta a la lectura: «leer mucho y diferente», sin dejarse fuera a los clásicos, «y tener una actitud ecléctica» a la hora de escoger las lecturas.

La poesía le debe mucho a su tiempo pero también a la geografía que contiene ese tiempo. Málaga ha sido un lugar de encuentro para poetas sumamente relevantes de la tradición hispanohablante, y la influencia del mar en la mayoría de ellos es innegable. También en los invitados de esta tarde el mar es significativo. Bayona pregunta si existen pensamientos recurrentes en torno al mar, y qué simboliza para cada uno.

Ballesteros cuenta que desde hace mucho tiempo intenta encontrar una metáfora que exprese que el mar también es lo vivo, no sólo esa representación tan frecuente en la poesía de lo muerto, de lo abismal. Vivió dos experiencias que lo llevaron a construir esta necesidad. Dos tormentas terribles mientras navegaba. Algo que lo impresionó tanto «que pensé que el mar podía servir para expresar algo muy íntimo. El miedo pero también el ímpetu por salvar la vida». Sin embargo, hasta el momento no ha sido capaz de construir esa metáfora que necesita; quizá, dice, porque «las grandes impresiones no somos capaces de verbalizarlas».

Para Galán el mar tiene un símbolo de amplitud, de inmensidad, de desahogo. «Aunque el infinito también puede ser angustioso», concluye. Y termina Aguilar: El mar es indivisible de la ciudad de Málaga y también de la identidad de los ciudadanos, «le confiere al ciudadano del litoral un sentido adicional de orientación a los que ya tenemos». Norte, Sur y Mar. Pero lo más interesante es que es un hermanamiento entre todas las personas del litoral, no es exclusivo de los malagueños, sino que representa un lazo que unifica a los nacidos en toda la costa del Mediterráneo, «que va más allá de lo local, y que me parece hermoso».

«Mis palabras, ancladas
por los trazos azules,
necesitan vistas:
les dejo un hueco en blanco».

[Virginia Aguilar Bautista. La escala de Bortle (Bartleby)]

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«Y yo quisiera ser
un héroe cultural, ladrón del fuego
para ti, mi escuchita, un bodhisattva
señalando la luna con un dedo
de luz y de acertijo,
más allá de la vana enciclopedia».

[Álvaro Galán. Plenitud y vacío (Visor)]

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«La luz oblicua y poca cae sesgada
sobre la tulipa oscura y gaseosa que
da materia al mundo y al mundo
quita mundo».

[Rafael Ballesteros (Inédito)]