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Patricia Lodín//Foto cedida por Pablo Llanos Urraca |
Un gran puzle al que le falta una pieza. Ese es el concepto que tenía sobre la literatura el ingenioso, juguetón, lógico e ilógico escritor francés George Perec. Para él, como autor, esa pieza faltante debía ser la obra en la que está trabajando en ese momento cada escritor. Siguiendo esta lógica podríamos pensar que la literatura es un puzle en continua construcción, un puzle sin límites, en los que no hay piezas con lados planos y que la labor editorial consiste en asegurar esa infinitud de las piezas. El mismo Perec hacía notar que todo el camino que recorre alguien que juega a montar un puzle lo ha recorrido antes, quizás en sentido inverso, quién lo diseñó. Es esa labor de diseño la de quien escribe y también la de quien edita, que debe asegurarse de que el lector que va a montar el puzle sea atraído por el reto y en ningún caso, le falte la imagen de la caja. Patricia Lodin y Andrea López Montero son las responsables de la editorial Piezas Azules, que apuesta por una bellísima edición de sus libros, además de valentía y riesgo en sus contenidos. De este compromiso literario de crear tanto piezas de puzle como de asegurarse de que habrá siempre más huecos dónde encajar futuras piezas azules hablamos con Patricia Lodín. Es licenciada en ADE, profesora de Lengua y Literatura en un IES de la comunidad de Madrid, lectora, batería en la banda “In the autumn road”. También es autora del libro de relatos Ropa tendida (Ocho coladas). No se aburre casi nunca. Menos mal, ya que dicen que cuando se aburre es insoportable.
P—En todos vuestros libros hay un epígrafe en el que contáis que llamabais piezas azules a los proyectos locos que se os ocurrían. Con los que nunca os haríais ricas, pero tan bonitos que tenían la vocación de no quedarse para siempre en el terreno de los sueños. ¿Cómo y con qué intención surge este proyecto loco de Piezas Azules?
R—Me remonto a los tiempos en los que Manu -mi pareja- y yo nos dedicábamos a experimentar en nuestros ratos libres, nuestros trabajos nos daban de comer, pero no nos realizaban (para que te hagas una idea, Manu es asesor fiscal, y yo por aquellos entonces era responsable del departamento de administración de un instituto de investigación). Nuestros proyectos eran de lo más variopintos: construir una cigar box guitar, componer canciones, restaurar muebles con fotografías, hacer pintura mural… llamábamos a esos proyectos “experimentos constructivos”, y a los resultados “piezas azules”. Yo también escribía, pero escribir es algo solitario. Cuando quise publicar un libro de relatos me encontré con la dificultad clásica de los comienzos: editoriales que te imponen asumir parte del coste, ningún poder de decisión sobre el proceso de edición, ediciones feas… así que decidí hacerlo yo misma como lo tenía en mi cabeza. Después de haber aprendido todo el proceso pensé que quizás podría aprovechar ese conocimiento y editar para otros autores, que no tuvieran que ver sus obras convertidas en un libro feo, que no se vieran obligados a firmar contratos vergonzantes. Se lo dije a Manu, ¿ves muy loco montar una editorial? Y me dijo: eso es una pieza azul.
Ahora, pasado el tiempo, el sueño quizá tiene contornos más definidos: continúa la esencia inicial, ese hacer libros bonitos, ese dar cabida a voces nuevas. Pero también explorar y abrirse a otras formas de decir, a géneros híbridos que no encuentran su lugar en el mainstream editorial. Así, contestando, me doy cuenta de que ese placer por la experimentación y por la sorpresa siguen ahí.
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Unas ediciones cuidadas y vistosas//Foto cedida por Pablo Llanos Urraca |
P—¿Quiénes componen el equipo que hace posible la labor de la editorial? ¿De qué se encarga cada integrante?
R—Ahora mismo estamos Andrea (López Montero) y yo, antes teníamos la ayuda de lectores y correctores, Daniel Agudo y Ana González, pero como la vida demanda y demanda, nos hemos quedado solo las dos ahora mismo. Aunque somos muy equipo y nos gusta consensuar todas las decisiones, sí que nos hemos dividido el trabajo por géneros: Andrea la poesía y yo la narrativa.
P—Tenéis en vuestro catálogo cuatro colecciones: narrativa, ensayo, poesía y piezas raras. ¿En qué os fijáis para seleccionar vuestros títulos?
R—Nuestro criterio es que lo que leamos nos encante. Es subjetivo, de acuerdo, y no sigue un patrón. Hay personas que tienen muy definido la clase de gente que les enamora: ha de ser rubio, alto, fuerte, con los ojos verdes, y le tiene que gustar la gimnasia acrobática. A mí me maravilla esa gente de ideas claras y definidas sobre lo que le enamora, eso no me pasa. Pero bueno, es cierto que hay cualidades que siempre me resultan atractivas en un texto literario: la inteligencia, la sensibilidad, la naturalidad o la sorpresa.
P—¿En qué se diferencia Piezas Azules del resto de editoriales independientes?
R—Yo creo que nuestras ediciones van un paso más allá de las ediciones cuidadas que hacen la mayor parte de las editoriales independientes en cuanto a texturas y complementos gráficos, y sin embargo siguen teniendo un precio accesible. Y creo también que nuestros textos tienen una calidad literaria muy notable.
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Patricia Lodín y Andrea Loez Montero//Foto cedida por Pablo Llanos Urraca |
P—Hablemos de la manufactura de vuestros libros. Cuidáis muchísimo la edición. ¿Qué características tienen los libros?
R—Las cubiertas son muy delicadas, están hechas en cartulina verjurada sin plastificar. Recuerdo que la primera vez que traté con una imprenta me dijo que estaba loca, que los libros así se ensuciaban mucho y que dentro de cien años estarían hechas polvo. ¿Dentro de cien años? Yo seguí en mis trece. Dentro de cien años estaré muerta. Pero ahora que estoy viva, toco las cubiertas y el papel, y es tan bonito…
P—¿Se trata de una forma de diferenciarse en el mercado? ¿Qué trabas encontráis a la hora de comercializar vuestros libros?
R—La cuestión es que no hemos elegido una estrategia después de haber analizado el mercado y haber encontrado un nicho que rellenar, nuestra estrategia es hacer libros que nos gustan y que no existen. Comercializar los libros es difícil, porque existimos poco. Si los lectores no te conocen no te buscan, y si los lectores no te buscan los libreros no te muestran, y si los libreros no te muestran los lectores no te conocen. Es un círculo vicioso difícil de romper. Y lento. Hay que ser el agua en la piedra. Eso sí, los lectores que han probado una pieza azul se quedan con nosotras.
P—En todas vuestras ediciones se nota un compromiso con el lenguaje como herramienta creativa. ¿Cómo crees que afectará en los próximos años la IA al uso del lenguaje y a la creación literaria?
R—Llámame ingenua, pero creo que la IA es útil para agilizar la creación de textos administrativos, instructivos, puede que académicos, pero si hablamos de próximos años, de un futuro cercano, sinceramente, no creo que afecte a la creación literaria. La IA es una artista muy mala todavía.
P—¿Cómo valoras el panorama literario actual?
R—Toda la oralidad, llevar la literatura a escena y el gusto por lo colectivo en la recepción de la obra literaria me resulta llamativo si pienso en la forma de leer y de disfrutar de la lectura con respecto a hace veinte años, por ejemplo. En cuanto a la producción, solo te puedo hablar del panorama en el que yo me fijo, que es el que me interesa: hay una serie de autoras jóvenes que me llaman mucho la atención y que forman una generación de escritoras muy poderosas, con narrativas bellísimas, pero al tiempo duras y descarnadas, sin complejos a la hora de abordar los entresijos más oscuros de sus personajes, de forma que pueden conmoverte y aterrar al mismo tiempo. Sabina Urraca, Margarita García Robayo, Mónica Ojeda, Elisa Victoria, Elaine Vilar Madruga, Cristina Morales, María Fernanda Ampuero… Y del panorama literario actual también me llama la atención un fenómeno al que yo llamo burbuja del taller de escritura creativa, hay casi tantos talleres como escritores, más talleristas que lectores… es asombroso. Todos podemos mejorar nuestra escritura y disfrutar escribiendo, pero ni ir a un taller te garantiza convertirte en un escritor con obras publicables ni todos los escritores con obras publicables necesitan un taller para escribir y publicar.
P—De entre todas tus lecturas ¿Qué libro te gustaría haber editado?
R—¡Entre todas mis lecturas! Uf, eso es mucho tiempo y mucho pensar, pero de mis lecturas recientes justo ahora estoy con La mala costumbre de Alana S. Portero, su primera novela. Y he pensado varias veces leyéndola qué barbaridad de primera novela, ese manuscrito nos habría encantado, sin duda.
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Los libros de Piedras azules//Foto cedida por Pablo Llanos Urraca |
P—¿Qué proyectos confesables tenéis previstos a corto y medio plazo? ¿Dónde podemos encontraros y seguiros?
R—Acabamos de confesar en Instagram todos nuestros proyectos para 2025 y ya tenemos una joyita ahí esperándonos en 2026. Nos gustaría mucho organizar grupos de lectura. Hacer lecturas compartidas de poesía, quedar para charlar de nuestras novelas y relatos, proponer lecturas afines… pero no como eventos esporádicos sino como un proyecto a largo plazo, un lugar al que poder ir cada cierto tiempo y domesticarnos como principitos y zorros, como una forma de tejer amistades, libros que unen personas. Y como proyecto, a mí personalmente me gustaría mucho publicar alguna obra de teatro.
¿Y dónde encontrarnos? En Instagram (@piezasazuleseditorial), en nuestra web (piezasazules.com), pero aprovecho para decir que también en librerías, incluso si no nos veis o incluso si no estamos. Cuando una persona nos conoce y quiere uno de nuestros libros, puede hacer el encargo al librero y en un par de días lo tiene listo: trabajamos con una distribuidora fuerte (UDL) que nos hace llegar allá donde se nos requiera en muy poquito tiempo. Eso le ayuda al librero a conocernos y a vender también aquello que no tiene en sus mesas de novedades o en sus estanterías (es muy difícil tener todos los libros) y nos ayuda a nosotras a existir.

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