Dos poemarios sobre el dolor y la herencia: Esther Garboni y David Eloy Rodríguez

Invitación a la lectura de A mano alzada y Los animales heridos, de las poetas Garboni y Rodríguez.



David Eloy Rodríguez y Esther Garboni en Málaga

La poesía es el «tiempo suplementario de la razón». Lo dice Andrés Neuman en su libro Barbarismos (Páginas de Espuma), y yo le creo. Esa idea de la capacidad de un buen poema para conducirnos al territorio donde emoción e idea parecen amigarse y plegarse a una mirada amplia de la existencia, me parece brutal. Con Andrés he charlado hoy sobre su nuevo libro Anatomía sensible y subiré en estos días el resultado de una conversación en torno al cuerpo y también a las posibilidades del lenguaje; te invito a quedarte atenta a nuestro blog. Y menciono a Neuman porque al leer a Esther Garboni y David Eloy Rodríguez también podemos experimentar eso. Porque ambos construyen una poesía que se pone de pie para poner en palabras los aspectos dolorosos o rústicos de la existencia y nos invitan a encontrar un poco de luz que nos sirva para apreciar mejor los matices y reconstruirnos desde una mirada llena de esperanza. El próximo sábado, presentaremos en el Museo Interactivo de la Música (Calle Beatas, 15) sus últimos libros y por este motivo he decidido escribir un texto para invitarte a sus lecturas, y a que vengas a acompañarnos en una tarde de alegría y poesía.


Esther Garboni: poesía de supervivencia


Poesía en resistencia. Así se llama la colección de Libros de la Herida que ha publicado A mano alzada de Esther Garboni. Sobre este libro ya he escrito varias veces; de hecho, uno de los poemas fue protagonista de nuestros «Lunes de Poesía». Sinceramente, creo que Garboni tiene una capacidad para convertir el dolor en poesía que es fascinante.

«Pero yo sólo tengo la soledad del verbo primero frente al misterio de lo no expresado». Garboni construye un poemario apoyándose en tres técnicas de las artes gráficas: aguafuerte, pincel seco e invinación, y nos va llevando a través del libro con poemas contundentes, que hablan sobre la herencia, los preceptos y mandatos, y la búsqueda de una identidad que se desmarque de todo eso.

«Mantener la conciencia es mantener el dolor». El dolor abarca una parte importante de la poética del libro. Aparece llenando el cuerpo de cicatrices y provocando la pulsión de la poesía como salvación. No obstante, lo más destacable del libro es que parece identificarse con la rebeldía de la esperanza. Y en ese sentido, pese a que el dolor es el que conduce al poema, el resultado es siempre la luz. Es decir, una poesía de esperanza que nadie debería perderse.


«A mano alzada», de Esther Garboni (Libros de la Herida)

David Eloy Rodríguez: poesía como arma secreta


«Somos animales heridos inconsolables». Así arranca Los animales heridos de David Eloy Rodríguez (Libros de la Herida), un libro que también señala como punto de partida el dolor y que busca iluminar nuestra conciencia política sobre la realidad de los otros y señalar lo que parece permanecer en tinieblas, para contribuir con el sostenimiento de imperios dominantes y violentos.

A través de una poesía que usa un registro casi aforístico, de sentencia breve, David va presentando aquel costado herido, en lo íntimo y en lo colectivo. Y se aparece la experiencia animal porque es seguramente lo más propio que tenemos, lo único que no pueden arrebatarnos, pero también porque «donde hay deseo hay herida», y la aceptación de esta certeza es el único camino posible a cualquier tipo de construcción que anhelemos llevar a cabo.

Ese tiempo suplementario de la razón, al que nos invita la poesía, es decir, la posibilidad de construir una mirada sobre la vida y sobre el propio dolor, donde no haya frustración sino deseo de encuentro con la luz, es seguramente la cualidad más destacable de estos dos libros, y una buena razón para leerlos y pensarnos.

«Lo más difícil de decir es la verdad», dice Rodríguez; y sin embargo, decir que David y Esther son dos poetas exquisitos es una gran verdad, y no da miedo decirla. Este sábado estarán en Málaga, en el Museo Interactivo de la Música (Calle Beatas, 15) a las 17.00. Yo haré de anfitriona y estaré feliz de que vengas a acompañarnos para darles el abrazo que se merecen.

«Los animales heridos», de David Eloy Rodríguez (Marisma)

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