¿Qué significa ser mujer en nuestros días? 6 libros que contienen identidades.
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¿Qué visualizamos o imaginamos cuando pronunciamos la frase «soy mujer»? Intento responder a esta pregunta cada día, como todas. Hay detrás de esas dos sencillas palabras un mundo inmenso. Todas somos mujeres, pero somos tan distintas entre nosotras. En un mundo que intenta homogeneizarlo todo resistirnos y asumir nuestras identidades variopintas es un reto importante. Ser mujer es una experiencia hermosa, pero también brutal. A veces se asume esa brutalidad desde el hecho de tener un cuerpo capaz de crear vida, y eso me parece muy triste porque siento que es un discurso que sigue empeñado en repetir los dogmas del sistema. Muchas de nosotras no tenemos hijos, no porque no hayamos podido sino porque hemos elegido no hacerlo. Empezamos a hablar un poco de eso, pero sigue siendo una constante en nuestras vida el tener que enfrentarnos al insistente por qué de parte de muchas personas, y para la cuál sólo podemos responder con otra pregunta «por qué no». Las mujeres somos muchas y diversas. Y sólo cada una de nosotras sabe a qué demonios debe enfrentarse cada día al pronunciar la frase «soy mujer». He seleccionado seis libros que ponen en palabras sólo algunas de las infinitas posibilidades identitarias que nos nombran y que creo pueden ayudarnos a sentirnos menos solas en nuestra individualidad.
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«Autocienciaficción para el fin de la especie», de Begoña Méndez (Hurtado & Ortega)
Pensar el cuerpo, poner en el lenguaje el cuerpo y traducir el deseo a pensamiento es lo que hace Begoña Méndez en este ensayo extraordinario. La sensación de invisibilidad en un mundo de hombres y la urgencia de aunar mente y músculos son los temas que vertebran un ensayo que aborda las no maternidades, las imposiciones sobre el cuerpo, el hambre y sus diagnósticos, la debilidad siempre presupuesta por ser mujer, el deseo de procrear siempre presupuesto en un sistema que quiere que sea nuestro útero fértil quien nos defina. El lenguaje se llena de sangre, de ira y de materia orgánica, porque en Méndez el cuerpo habla más allá de las palabras. Méndez no busca que el texto se vea bonito, sino que sea verdadero, y al final termina consiguiendo un discurso tremendamente poético. Una lectura que nos empuja al abismo y nos invita a reconocer nuestras diversidades.
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«Vaquera invertida», de McKenzie Wark - Trad: Mariano López Seoane (Caja Negra)
Este es uno de los mejores libros que he leído sobre el difícil trabajo de construirse a una misma. Un texto que parte de la dificultad que supone sentirse fuera de todas las etiquetas establecidas y sin embargo percibir el deseo intacto, y que resulta sorprendente y luminoso. Una lectura que visibiliza la realidad de las mujeres trans y que nos sirve a todas para pensarnos desde lo íntimo. Seremos lo que nos atrevamos a ser pero, principalmente, lo que necesitemos-deseemos-construyamos. Un libro redondo, donde hay también un testimonio generacional que nos invita a imaginar cómo vive la disidencia una mujer transexual en Estados Unidos en los años ochenta. Una lectura fascinante que te deja fascinada y con ganas de seguir leyendo a esta autora increíble.
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«Esta ira», de María García Zambrano (Vaso Roto)
En los últimos años la maternidad ha estado muy presente en la escritura de mujeres. Sin embargo, no había leído un libro que la expusiera con tanta fiereza. La maternidad como una experiencia hermosa y, al mismo tiempo, apabullante; donde la ira crece, crece y al incorporarse a la soledad se vuelve brutal. Con un estilo cercano y disruptivo, María García Zambrano nos invita a pensarnos en la soledad de nuestros cuerpos y a cultivar la amabilidad con nosotras mismas. Un poemario extraordinario.
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«Roja catedral», de Gloria Fortún (Dos Bigotes)
Cielo es la protagonista de esta novela increíble. Una mujer gorda que ha estado en guerra consigo misma prácticamente toda la vida y que un día descubre a un grupo de mujeres diversas que la contiene, la valora, y donde toda ella es correcta. Es una novela maravillosa en la que cabemos las mujeres que no cumplimos con los estándares normativos, y donde podemos sentir que el deseo también existe para (y por) nosotras. La escritura de Fortún es brutal. Nunca he leído una novela que tuviera tanta literatura y, al mismo tiempo, fuera tan corpórea. Una lectura excelente para pensarnos en nuestras identidades diversas.
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«Diarios del año de las moscas», de Alicia Louzao (Lastura Ediciones)
La poética de Alicia Louzao es inconfundible. En sus textos hay una honda exploración de la identidad, que emerge entre la realidad y el sueño. La sensibilidad de esta poeta es deslumbrante, y eso es lo que le permite construir libros que son artefactos para viajar al centro de nosotras mismas. En este libro hay una exploración de la pérdida, de la vergüenza primera y de la rabia, en las que podemos reconocernos. La disidencia está presente en sus personajes y voces poéticas y al leerla podemos descubrir una poesía que escribe la herida pero que, al mismo tiempo, nos invita a creer en las posibilidades de la luz. Cualquier libro de Louzao es recomendable pero con estos diarios ha alcanzado un nivel de simbolismo material (aunque parezca un oxímoron) deslumbrante. Asomarnos a estas páginas es reconocernos como niñas insurgentes, que no desean crecer, que desean siempre mantener viva esa llama juguetona de la infancia.
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«El himen y el hiyab: Por qué el mundo árabe necesita una revolución sexual», de Mona Eltahawy - Trad. María Porras Sánchez (Capitan Swing)
Leer a Mona Eltahawy es un regalo, que se transforma en vicio. A lo largo de su activismo, la escritora árabe ha intentado visibilizar la situación de las mujeres en el continente. ¿Dónde estaban las mujeres en la Primavera Árabe? Ésta quizá sea la pregunta que subyace a esta obra. Una pregunta que se responde con rabia. La autora nos lleva por las calles y prisiones y nos muestra la violencia con la que las mujeres que se alzaron fueron tratadas. Es un libro que demuestra la importancia de la revolución sexual y de la apropiación del cuerpo para combatir contra el sistema opresor. Un libro que te pone los vellos de punta y que te llena de rabia. Ojalá que nos deje la suficiente ira como para no quedarnos inmóviles y para asimilar la identidad de las muchas que somos. |
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